Vicente Nebrada Darias nació en Caracas, el 31 de marzo de 1930, en una casa de la parroquia San José. La familia vivió en la zona la mayor parte de los años de formación del hijo, hasta que este salió al exterior.
Nebrada estudió en la Escuela Experimental Venezuela; más tarde, en el Liceo Andrés Bello y en la Universidad Central de Venezuela, aunque no terminó la carrera de Química, pues en esos años definió su destino: cultivar su vocación artística. Fue primero bailarín hasta los 40 años en 1970, y desde allí, por el resto de su vida, pedagogo de la danza y coreógrafo, el más grande que ha tenido Venezuela y uno de los más connotados del continente.
Fue temprana su vocación, porque “su facilidad y su fascinación por el movimiento fue muy innato”, como lo reconoce su hermana Mireya. La génesis de la vocación de Nebrada se puede decir se halla en el año 1944, tenía 14 años, cuando vio una compañía española en el Teatro Municipal. Al año siguiente estuvieron en Caracas los Ballets Rusos del coronel Basil.
Formó parte de la Cátedra de Ballet del Liceo Andrés Bello, primer intento de escuela formal de danza en el país, y del Ballet Nacional de Venezuela, primera compañía profesional de largo recorrido; también fue uno de los primeros bailarines venezolanos que hizo carrera internacional, trabajando con la compañía de Roland Petit en Francia, el Joffrey Ballet y el Harkness Ballet en Estados Unidos y el Ballet Nacional de Cuba.
Con una extensa trayectoria como coreógrafo, que inició en 1958 cuando estaba comenzando su carrera profesional y finalizó con la creación de su versión de El cascanueces en 1996, creó 61 coreografías originales y adaptaciones de ballets del repertorio clásico universal, para diversas compañías del mundo.
Vicente Nebrada se presenta como pieza clave en la historia de la danza venezolana. En Caracas comenzó sus estudios de ballet debutando posteriormente en el Ballet de Venezuela. Tras permanecer dos años en el Ballet Nacional de Cuba, invitado por Alicia Alonso, decidió viajar hasta París donde completó sus estudios dancísticos.
En la capital francesa también desarrolló su labor de bailarín en la compañía que dirigía Roland Petit. La ciudad de Nueva York fue la siguiente parada de Nebrada. Allí pasó a formar parte del Joffrey Ballet y el Harkness Ballet. En esta última compañía, trabajando como maestro y coreógrafo residente. De aquella labor creativa son las obras Percusión pasa seis hombres, Percusión para seis mujeres y Sebastián. Otras compañías para las que ha creado montajes son el Ballet Hispánico de Nueva York y el Royal Winnipeg Ballet. En 1976 fue nombrado coreógrafo y director artístico del Ballet Nacional de Caracas. En esta compañía dejó su impronta con obras como George Sand, Nuestros valses y Otros Valses.
Ejerció la dirección artística hasta su fallecimiento en 2002. Vicente Nebreda nombró en su testamento a Zane Wilson como «Heredero Universal» de todas sus obras coreográficas. Wilson fue el asistente coreográfico y compañero sentimental de Nebrada a lo largo de más de 30 años. Los derechos de autor por las coreografías, de algunas de sus obras en Venezuela, estuvieron en litigio entre Zane Wilson y el Teatro Teresa Carreño.
En el año 2011, gracias a las gestiones de la directora del Teatro Teresa Carreño, Alice Dotta, y de la gerente de la compañía de ballet residente del Teatro, Cristina Fungairiño, se retoman las conversaciones por los derechos sobre las coreografías de Nebrada con Zane Wilson. De estas conversaciones surgieron algunos acuerdos y, en mayo del 2012, se presentó en el Teatro Teresa Carreño una gala de ballet en homenaje a Nebrada, que contó con cuatro de sus obras más representativas, acompañados por la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas dirigida por Rodolfo Saglimbeni.
Fuente: http://www.vicentenebrada.com