De paseo en Schiermonnikoog. El otro día nos invitaron a una fiesta en las afueras de Holanda, en Friesland, y tu sabes que a nosotros nos gusta aprovechar esas escapadas para hacer algo más. Como cuando conocimos Gouda.
Para quien no sepa, Friesland es en Holanda lo que Arequipa es a Perú, lo que Maracaibo a Venezuela, Cataluña a España o lo que Cochabamba es a Bolivia. O sea, es la ciudad que se cree la cereza en el tope del helado. Es el hijo adolescente de un país que siempre habla de independencia pero que no se termina de ir ni por las malas.
Así es Friesland. Tanto así que todos bromean con los pasaportes cada vez que se está de visita en alguna ciudad de esta región.
Pero, hoy no quiero contarles de Friesland, pues aunque fue mi primera vez de visita por esos lares, solo puedo contar de la fiesta y del paseo que hicimos antes de irnos a ella. Hoy te quiero contar sobre una tarde en Schiermonnikoog, una de las ocho islas al norte del país y de las que siempre tuve las mejores referencias.
Pero claro, todo depende del punto de vista por donde lo veas. O del puto día que te toque.
Para cruzar a la isla debes comprarte un ticket para el barco en el terminal Wagenborg, que creo que son los que tienen el monopolio. El nuestro fue un trayecto cortito de unos 30 minutos que los puedes disfrutar sentado arriba al aire libre o como nosotros, en el restaurant resguardados del frío viento.
Con el montonón de gente te bajas del barco a alquilar inmediatamente una bici, pues es el medio de transporte favorito en el lugar. Tranquilo, que bicis es lo que sobra. Pagas las tuyas y te lanzas a la aventura con olor a mar. Me encanta ese olor. Hasta que se cruza con el olor a vacas y el encanto se acaba. ¿Por qué a mi, por qué?
Todo iba bien hasta que el clima holandés hizo de las suyas. Lluvia de esa prolongada que no empapa pero moja, con un toque de frío holandés y brisas huracanadas. Para uno que anda en bici, al aire libre y además debe asistir a una fiesta luego del paseíto, no es nada agradable. No sé en qué momento de mi vida holandesa podré superar esto tan holandés de andar bajo la lluvia como si nada.
Tengo un sentimiento agridulce de Schiermonnikoog. Temo que si vuelvo a visitar una isla holandesa y me lleve la misma experiencia no volveré jamás, pero igualmente quiero volver para reconciliarme con este sitio que seguro es una belleza cuando el sol brilla -y no por su ausencia-. Pero veremos. El tiempo lo cura todo, así que por los momentos reservamos mejor para irnos a España y sufrir una semana de calor intenso.
Les dejo aquí lo que pude grabar de la isla. Iba preparada para tomar millones de fotos del lugar pero la lluvia hizo que guardara mejor la Nikon y sacará la viejita compacta para poder dejar hoy pruebas de que hemos estado por allá. ¡Espero les guste!
Por: Ley
Fuente: http://www.naciendoenholanda.com/
Imagen: web