Por: Mirsay Shimkewich
Acostumbrarme a la comida mexicana no ha sido fácil: por una parte, el picante extra de algunos alimentos y por la otra, las combinaciones particulares de algunos platillos. Una de esas combinaciones es: la sopa con pizza.
La primera vez que me mencionaron que la pizza estaba acompañada de una sopa, algo extraño perturbó mis sentidos y mi combinación lógica de la gastronomía venezolana. No terminaba de entender esa peculiar mezcla.
Cuando me hablan de sopa, particularmente me traslado a las siguientes posibilidades: que alguien está enfermo, que alguien está a dieta, que será el primer plato en una cena, o que terminaré degustando un mondongo, cruzado o hervido como plato único.
La sopa a la cual se hace referencia para acompañar una pizza es un plato de pasta. Sí, una pasta elaborada con media crema o crema de leche y algunos condimentos.
Al paladar no acostumbrado a esta combinación, se le hace difícil degustar esta mezcla de texturas y sabores. Al final, te das cuenta que es algo más de la razón y no del paladar. Por más que tu mente no entienda lo que está observando en su plato, al final te acostumbras y termina pareciéndote una delicia.
Si vienes a Mazatlán no te asombres en encontrar la combinación de pasta y pizza como platillo a degustar, una de las tantas cosas buenas que se aprenden en esta ciudad mexicana.
Fuente: mirsanas.wordpress.com