El fin de semana me he ido a la pelu. Otra vez. Bueno, no es que vaya muy seguido a la pelu por acá, pero a veces es necesario y a veces, como este fin de semana, tienes ganas de que te mimen un rato y te pongan bella para este verano holandés, que cada vez se está haciendo más inexistente. Pero bueno, digamos que el verano se lleva por dentro.
Como quizá habrán visto ya, me gusta llevar la melena desenfadada. No tengo rutinas de cuidado porque soy una floja y mis visitas a la peluquería son unas dos o tres veces al año para que me recorten las puntas y un par de veces para que me arreglen el color. Champú, acondicionador y un aceitito en las puntas y listo. Y con todo y eso, esto de ser latina en una peluquería en Holanda, siempre termina siendo un drama.
Desde que salió esto del Ombré, pues yo me he vuelto fan number-one. Es perfecto. No tengo que retocarlo con frecuencia y hasta puedo hacerlo en la comodidad de mi hogar con un kit de esos de cajita que están especialmente diseñados para eso. Vamos, que yo creo que tengo una profesión de peluquera frustrada porque siempre me he hecho todo yo misma, a excepción de cuando era chica que lo hacía mi mamá, pero eso es tema de otro costal. Unas veces menos exitosas que otras, pero en líneas generales, para alguien que no ha estudiado nada de eso, me sé defender en eso de domarme la melena.
Pero como el Ombré ya está pasado de moda, y ahora lo que se lleva es el Balayage -que es lo mismo pero diferente-, y como he visto un par de videos y he llegado a la conclusión de que un experto puede hacerlo mejor que yo, pues me decidí a visitar la peluquería de una conocida porque me dijo que ellos eran expertos con ese método.
Esta es la foto que posteé en mi Instagram luego del resultado. Nada mal, si. Pero tampoco del todo bien. Algunos errores saltan a mi vista y los cuales no considero dignos de un experto.
Yo no sé cuántos años de adaptación se necesitan para que una latina con melena como la mía se sienta a gusto con los resultados finales de estos expertos. Porque claro, considerando los precios que uno paga y que según está uno en manos todopoderosas de las tijeras y coloraciones, es casi tácito que uno debería salir con una sonrisa de oreja a oreja de cualquier salón de belleza holandés.
Por eso, y como ejercicio de liberación, he hecho mi queja formal a través del canal de YouTube de este blogesperando que de una vez por todas aprenda a asistir a una peluquería holandesa con las expectativas más bajas del mundo redondo para poder salir con esa felicidad que todas queremos obtener de los mimos de las tijeras y el tinte.
Por favor, díganme que no estoy sola en esto de ser latina frustrada con las peluquerías en Holanda.
Dime la verdad verdadera. ¿También sufres como yo en este tema? #SufroComoPrecious
Fuente: http://naciendoenholanda.com/