Brasil es sinónimo de samba, fútbol, alegría, música y carnaval. Para algunos venezolanos el término “hogar” se suma a la lista antes mencionada, ya que el gigante del sur cuenta con la mayor economía de América Latina, atractivo indispensable para el desarrollo laboral de cualquier persona que desee emigrar.
Naidalyd Varela es una ingeniero en Sistemas nacida en Mérida, cuya primera experiencia migratoria fue desde su tierra natal hacia la capital del país, lugar donde vivió por 10 años. Luego se trasladó a Porto Alegre, Brasil, ciudad donde actualmente se desempeña como Service Level Manager de la empresa Bigott.
Desde hace un año y cuatro meses, nuestra invitada, junto a su pequeña familia, trabaja para adaptarse a la dinámica de este imponente destino y hoy nos cuenta algunas de sus experiencias.
- Háblanos de tu historia, ¿cómo surgió la idea de vivir en otro país?
Siempre tuve el objetivo personal de obtener una experiencia profesional fuera de Venezuela. En 2008, cuando me contratan en la Bigott noté que era posible esa alternativa por la manera en que la empresa evalúa su talento humano, ya que es una trasnacional perteneciente a la British American Tobacco (BAT).
Ya dentro de la empresa tuve que capacitarme para cumplir con algunos requisitos técnicos y otros no tanto, como las SoftSkills: capacidades de liderazgo, trabajo en equipo y manejo de tiempo. En 2014 cuando esta alternativa fue tangible, la tomé con el apoyo de mi familia.
Como ven, el proceso en mi caso fue a largo plazo, pero eso me ayudó a cultivar las habilidades necesarias para aprovechar esta oportunidad con madurez y cierta estabilidad. Es una mezcla de trabajo personal y suerte, ya que las oportunidades pueden estar allí, pero si no estás preparado, pasan; o puede ocurrir al contrario, que estés preparado y no llegue ninguna oportunidad.
En cualquier caso, si se decide emigrar, hay que estar abierto y capacitado para las circunstancias que se presenten; como los barcos a vela, que esperan el viento a favor para emprender el viaje.
- Sobre tu trabajo, ¿el ambiente laboral es más exigente en el exterior?
Como vengo de la misma cultura empresarial y estamos en el mismo continente (nos parecemos bastante como sociedad), los cambios no fueron tan drásticos. De entrada, el ámbito laboral se encargó de comprobar si tenía las habilidades necesarias para asumir el reto. La exigencia rigurosa vino de mi parte, ya que tuve que demostrar que la escogencia de la empresa fue correcta en mi caso. Es decir, por la naturaleza de las compañías en torno a la globalización de los tiempos actuales, debes, como trabajador, asumir un esquema laboral disciplinado y estricto, ya que no hay personas que estén supervisando constantemente lo que haces o no. En lo que a mi trabajo respecta, el responsable vive en Costa Rica, y los miembros del equipo tienen lugares de residencia muy diversos; no estamos todos aquí.
- ¿Qué virtudes y qué desventajas tiene el exterior? ¿Lo recomiendas?
Sí, lo recomiendo totalmente, ha sido maravilloso; claro, tuve que prepararme. Por poner un ejemplo, aprender un nuevo idioma (que de por sí es difícil debido a lo distinto que puede llegar a ser dependiendo del sitio donde vivas) y ver a tu hija de tres años adoptando esta lengua con más facilidad y rapidez que tu esposo y tú, no tiene precio. Además, el nutrirse de esta nueva cultura, definitivamente cambia la forma de ver la vida. Por supuesto hay desventajas; como vengo de una familia muy numerosa, siempre es difícil estar lejos. Me he perdido de algunos momentos importantes; pero bueno, el proceso es así, hay que mentalizarse.
- En tu opinión, ¿qué características debe reunir una persona para aventurarse en tierras extranjeras?
El tema de migrar no es nuevo. En Venezuela vimos desde pequeños llegar oleadas de inmigrantes sin un plan elaborado en específico, ojalá todos tuviéramos una ruta bien estudiada y definida, además de la oportunidad de establecernos a un país tan receptivo como Venezuela. Creo que cualquier persona que desee tomar este camino, debe tener muchas ganas de prosperar en otras tierras y trabajar duro; las ganas es lo principal. Claro, siempre con atención a los riesgos para no pasar malos ratos innecesarios.
- ¿Cómo te fue con el portugués?
La pregunta correcta es ‘cómo me está yendo con el portugués’ (risas). Es un reto que me encanta, pero todavía me cuesta un poco. A veces me descubro hablando “portuñol” por la similitud con el español, cosa que detesto. Pero bueno, uno termina adaptándose y compartiendo con el entorno, que en la mayoría de los casos, nota rápidamente que eres extranjero.
- ¿Cómo se te da la interacción con la gente en Brasil? ¿Has logrado hacer amistades?
Sí, afortunadamente, la gente acá es muy receptiva y siempre salen invitaciones para compartir. Por ejemplo, en Porto Alegre, tienen la costumbre de hacer los famosos “Churrascos”, eventos parecidos a las parrilladas, pero con algunos cambios locales en el proceso de la comida. En mi caso, lo mejor es tener esa camaradería y receptividad en el ambiente laboral, gracias a Dios he tenido la oportunidad de compartir con gente de toda Latinoamérica.
- ¿Te alcanza el tiempo para hacer actividades de esparcimiento? ¿Cómo es tu día a día?
Pues, ahí vamos. Siempre hay un tiempo, estamos nuevos en el proceso. Hay oportunidad de explorar este lugar tan hermoso; claro, con las características naturales de un entorno familiar donde la madre también trabaja.
Mí día a día es bastante normal; salgo a la oficina temprano y regreso en la tarde después de buscar a mi hija al colegio. Últimamente estoy entusiasmada con el runing, deporte que practico de vez en cuando, dependiendo del día y el clima. Quisiera ser más constante, pero hago lo posible para compaginar mis responsabilidades con los momentos de esparcimiento, que son necesarios.
- ¿Qué es lo que más extrañas de Venezuela?
La harina de maíz que no se consigue. Igualmente el plátano; acá no comen eso, y es bastante difícil encontrarlo. Hace poco hallé una tienda donde venden plátano y los tratamos como reliquias. Debo confesar que también extraño el hablar español (venezolano), no hay muchos coterráneos por acá. Tengo amistades de Colombia en mi trabajo, que a pesar de compartir el idioma, los modismos son diferentes (naturalmente) y me he dado a la tarea de enseñarles frases venezolanas que nunca utilicé. Hace poco le dije a un compañero que cuando le preguntaran el típico “cómo está”, respondiera: “chévere, cambur pintón” (risas).
- ¿Cuáles son tus planes a futuro?
Siempre hay muchos planes, quisiera seguir creciendo dentro de BAT, siempre capacitándome para convertir mis oportunidades en fortalezas, entendiendo lo variable y competitivo del mundo empresarial. Quiero seguir trabajando fuerte por conseguir nuevos logros en beneficio de mi familia, mi persona y mi entorno.
Acá dejamos un video de la entrevista a Naidalyd Varela ¡no te lo pierdas!