Se le denomina Revolución Legalista al movimiento insurreccional dirigido contra el presidente Raimundo Andueza Palacio, cuando este quiso reformar la constitución para ampliar el periodo presidencial de dos a cuatro años.
En ese contexto, Joaquín Crespo, líder de la revolución, consideró dicha propuesta como un pretexto de Palacio para perpetuarse en el poder y por esa razón emprendió acciones contra el Gobierno nacional que finalmente derrocó en octubre de 1892.
Ante el alzamiento de Crespo, el Ejecutivo designó a Sebastián Cañas comandante del ejército. Ambos llegaron a enfrentarse; sin embargo, no hubo resultados concluyentes para ningún bando. El fracaso de Cañas en acabar con la insurrección llevó a su sustitución por la de Julio Sarría. Pero este y el jefe de la guarnición de la capital, Domingo Monagas, consideraron que la situación de crisis había sido producida por las pretensiones continuistas del presidente, y por lo tanto, lo obligaron a renunciar el 17 de junio de 1892. Palacio propuso como sucesor a Guillermo Tell Villegas.
Pero Villegas tampoco pudo hacerle frente a la Revolución Legalista y dimitió, sucediéndole en agosto su sobrino Guillermo Tell Villegas Pulido. Finalmente, tampoco él pudo derrotar a los rebeldes, siendo derrocado en octubre por Crespo, quien se encargó en seguida del Poder Ejecutivo.
Crespo entró en Caracas la noche del 6 de octubre a la cabeza de un ejército de 10.000 hombres y seguidamente asumió el Poder Ejecutivo nacional. El 16 de junio de 1893, pone ejecútese a una nueva Constitución que establecerá en su artículo 63, la votación directa y secreta, además de periodos presidenciales de cuatro años, en el artículo 71.
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