El Libertador Simón Bolívar murió el 17 de diciembre de 1830, a los 47 años de edad, en la Quinta «San Pedro Alejandrino», cerca de Santa Marta (Colombia). Oficialmente, la causa de su muerte fue la tuberculosis.
Al momento de su fallecimiento, apenas le rodean Mariano Montilla, Fernando Bolívar, José Laurencio Silva, Portocarrero, el edecán Wilson; Ibarra, Cruz Paredes y José María Carreño.
El médico de cabecera, Alejandro Próspero Reverend, viendo que llegaba el momento supremo los llamó y les dijo:
Señores, si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del Libertador, ya es tiempo.
Destituido de todos sus cargos por la oligarquía grancolombiana —asesinado antes su noble amigo, el mariscal Sucre, que ganara en Los Andes, en 1824, la última batalla de la Independencia sin saberse quién le preparó la emboscada de la muerte—, fue abandonado, Bolívar, a su suerte, hasta el final de sus días.
Enfermo, le curaba el médico francés Alejandro Prospero Reverend. Arribado a la ciudad costeña de Santa Marta, el Libertador no encontró techo de recepción nada más que en la casa de un español: Joaquín de Mier. Ya próximo a la muerte se refugió en la Quinta «San Pedro Alejandrino». Esta mansión pertenecía, también, al mismo español. Allí, pronunció aquella invocación a la ironía: «Jesucristo, Don Quijote y yo hemos sido los más insignes majaderos de este mundo».
Los despojos mortales del Libertador recibieron cristiana sepultura en el altar mayor de la suntuosa Catedral Basílica de Santa Marta. Luego, fueron trasladados a Venezuela y sepultados en la capilla de la familia Bolívar, en la Catedral de Caracas. Hoy, reposan en el Panteón Nacional.
Sus últimas declaraciones reflejan el pesar que sentía por no haber logrado su objetivo de la unión de la nueva patria: «¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro».
Fuente: http://efemeridesbencomo.blogspot
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