Ayer al mediodía llegaba a casa como cualquier otro día. Cuando iba a cruzar la reja de entrada le di paso a una señora que, a diferencia de mi, tenía tarjeta para abrir la puerta. Ella me hizo un dejo de molestia y al abrir me lanzó la puerta en la cara. Un acto de hostilidad gratuita.
En otras circunstancias, resta quejarse y lamentar que momentos así te recuerden que no estás en casa. En las situaciones actuales, la experiencia será asociada a una suerte de campaña xenofóbica promovida por las autoridades luego de que un par de semanas atrás un británico fuera captado en cámara intentando abusar físicamente de una china en una zona de alto movimiento. Cercado por varios locales, el hombre fue golpeado e insultado.
Días después un ruso, miembro de la Orquesta Sinfónica de Pekín, fue grabado durante un viaje en tren cuando apoyaba sus piernas en el cabezal del asiento delantero. La pasajera del frente pidió retirar sus pies y él se negó con actitud poco cortés.
Ambos videos circulan como pólvora en la Internet china y generan comentarios infortunados en contra de la comunidad extranjera que vive aquí. La policía puso a la orden un número telefónico para denuncias en un aviso que bien podría resumirse en un gesto de “mano dura con ellos”. Hay oficiales circulando en las áreas de mayor tránsito extranjero y algo de nerviosismo en las calles para aderezar la situación.
También hay extranjeros pidiendo no hacerse la vista gorda ante la “mala actitud” de muchos foráneos que llegan a China para hacerse con un harem de mujeres locales o tratar con desprecio a sus involuntarios anfitriones. Hay chinos pidiendo expulsar a esta horda de alienígenas que intentan crear zozobra en el “armonioso” gigante asiático, sí, así, para hacer la frase bien cliché.
Hasta un ancla de televisión expuso públicamente que la “basura extranjera” debía ser expulsada y los medios de comunicación críticos al Gobierno, cerrados.
En lo personal, no creo que la xenofobia o algunas actitudes reprochables de extranjeros sean procesos nuevos en China o en otros países. Muchos locales resumen la experiencia pensando que los foráneos vengan con dinero a darse una vida, en apariencia, más relajada que en su país. No solo en China es así.
Desde que llegué a Pekín, me encuentro con personas que no vacilan en recordarme que no soy de aquí y que más me vale ubicarme, y con otras, que a pesar de las diferencias no solo tratan de entenderse conmigo sino que parecen hacerlo con voluntad genuina. No me siento insegura, ni nerviosa, ni creo que una campaña oficial genere un sentimiento antes inexistentes en ambos bandos, simplemente creo que solo sirve para exacerbar lo que ya existía.
Para los curiosos, sigue el video que prendió la mecha de la polémica respecto a la hostilidad.
Por: Pau.
Fuente: https://aquienlachina.wordpress.com/
Imagen: web