El 16 de agosto de 1888 el Dr. Pablo Rojas Paúl, para el momento presidente de la República de Venezuela, exteriorizando sentimientos de honda raigambre social, dispone la fundación de un Hospital Nacional, ¨de construcción análoga y régimen semejante al del Hospital Lariboisiére de París¨ y que habría de llamarse Vargas – así, a secas- como homenaje al sabio reformador de los estudios médicos en el país, Dr. José María Vargas (1786-1854).
Los planos indicaban que el hospital tendría una sola planta, orientado de norte a sur, con la entrada mirando hacia el oeste de la ciudad. Tres meses más tarde, el 10 de noviembre de 1888 en terrenos conocidos como Potrero Pulinare y donde se ubicaba el ya clausurado Cementerio de San Simón y Las Mercedes de la epidemia de peste, la muerte dio paso a la vida cuando los trabajos de banqueo de los terrenos, turbaron la paz de los sepulcros que resignados ante el progreso aceptaron de buena gana su acuitado destino…
Durante el mes de diciembre de 1890 se colocó la estatua del doctor Vargas esculpida por el artista venezolano Eloy Palacios en mármol de Carrara y su pedestal de mármol negro de canteras vecinas a Petare. El 1º de enero de 1891, se ve al fin realizado el caro sueño del entonces ministro de Obras Públicas, Jesús Muñoz-Tébar, quien habiendo puesto lo mejor de sus esfuerzos en su proyecto y ejecución, lo entrega listo para su inauguración luego de apenas tres años de intensa labor y se alista para abrir sus puertas bajo la tutela de las Hermanas de la Caridad. Y es así como el Hospital Vargas recibe por vez primera, la visita de un jefe de Estado, y en esa ocasión, en compañía del gobernador del Distrito Federal, general Neptalí Urdaneta, en sencillo acto lo da por inaugurado.
Ello patentizó la visión futurista de aquellos hombres al poner en funcionamiento ese centro, que al decir de sus detractores era ¨de imposible mantenimiento por sus deformes proporciones¨ (González Guinand) y que durante más de 60 años se constituiría en el Hospital General más grande de Caracas, y en el centro de referencia por excelencia donde llegaban pacientes desde todos los puntos cardinales de la geografía patria.
Pero no fue sino hasta el día 2 de julio de 1891 cuando es acogido en su seno su primer paciente, Antonio Rodríguez, de 50 años, un humilde labriego de la comarca que encontró en él protección y ayuda para su dolor, y tras sí, miles y miles de desheredados de la fortuna, de la salud y de la protección social, han traspasado sus umbrales para recobrar la alegría de vivir, encontrar alivio para su pena o, en el peor de los casos, ayuda en el penoso trance de sus muertes. Y a medida que el tiempo devoró calendarios, el Hospital Vargas se constituyó en su oráculo y fue marcando la pauta en la Medicina Nacional en sus aspectos asistenciales, docentes, de investigación clínica y experimental, o en proyección a la comunidad en momentos de epidemias o crisis de salud.
Muchos años de trabajo (125) continuado, intenso y agotador, de fructífera labor callada, de trayectoria cimera en la Medicina Nacional. Los que llegamos de último, entonces estudiantes bisoños que nos acercábamos tímidos al hombre enfermo, que al calor de la huella dejada por grandes hombres y mantenida con cariño por su predecesores, aprendimos a sentir muy hondo y a querer al viejo recinto y a su humilde clientela.
Fuente: http://rafaelmucimendoza.com/
Imagen: https://medicinainternaaldia.wordpress.com/