Por: Reinaldo Burgués
Emigrar a otro país en búsqueda de nuevos horizontes es una práctica milenaria que ha caracterizado a la raza humana en su evolución cultural desde su origen como sociedad. Dar el paso a lo desconocido es y será siempre una aventura donde el éxito dependerá solo del esfuerzo diario y la buena fortuna en el camino.
Francisco Andrades, programador venezolano, autodidacta y Chief Technology Officer (CTO) de Ogangi, empresa especializada en tecnologías móviles, es un merideño que desde hace tres años emprendió su aventura a la ciudad de Miami y ha logrado establecerse junto a su numerosa familia en una de las metrópolis más cosmopolita del mundo, a punta de habilidad y esfuerzo.
En principio, Francisco era un ejecutivo merideño con una carrera en ascenso al frente de una de las empresas venezolanas más pujantes del mercado tecnológico. Por la dinámica de su trabajo debía viajar frecuentemente a los Estados Unidos, razón que le motivó a idear, con su familia, un plan de vida para establecerse definitivamente en el mencionado país del norte, meta que logró. En esta entrevista nos cuenta sus experiencias:
Qué virtudes y que desventajas tiene el exterior ¿Lo recomiendas?
- Definitivamente sí, pero el que se embarca en esta decisión debe prepararse en múltiples áreas; en mi opinión, la más importante es la psicológica, ya que uno viene apegado a la familia y a una dinámica social en Venezuela; hay que internalizar que al salir estás empezando de cero, y esto puede ser duro a medida de que avanzas en edad.
En tu opinión, ¿qué características debe reunir una persona para aventurarse en tierras extranjeras?
- La gente en Venezuela se forma profesionalmente muy bien para estas experiencias. En mi caso, lo que más me ha ayudado es no estar solo; para mí hubiese sido más difícil adoptar esta nueva vida sin el apoyo de mi núcleo familiar; tengo tres hijos y una esposa y estoy seguro de que sin ellos las posibilidades de fracaso estarían a la orden del día. Normalmente, cuando le entra nostalgia a uno, el resto está allí para motivar y mantenerse firme ante los embates del desarraigo, y como somos cinco, es imposible que caigamos en este down todos a la vez.
¿Qué es lo que más extrañas de Venezuela?
- La gente, la comida, los amigos y la familia.
¿Cómo lleva tu familia el vivir en otro país?
- Tenemos la ventaja de que Miami es un pedacito de Latinoamérica; al final, el cambio no es tan grande, pero hay que adaptarse a nuevas cosas, como el idioma, la organización social y algunas costumbres. En nuestro caso, poner a los chamos a estudiar otros idiomas nos facilitó la adaptación, esto sin contar el orden; para el que se lleva bien con este concepto, es un excelente lugar donde vivir.
¿Cómo asimilaste el choque entre la dinámica social venezolana y el orden de la sociedad estadounidense?
- Al principio pega, porque da la impresión que vas de una dinámica desordenada a un estricto orden; con el tiempo te das cuenta que no es tan así, solo notas que las cosas funcionan un poco mejor y ese escalón hace la diferencia en comparación al clímax de anarquía que vive Venezuela.
¿Cómo se te da la interacción con la gente en Miami? ¿Has logrado hacer amistades?
- Algunas, no muchas; es difícil arrancar de cero en el punto de vista social, además, te podrás imaginar que con una familia tan grande es difícil no estar acompañado. Particularmente, el separarme de los amigos y familiares y concentrarme en mi esposa e hijos, me ha permitido compartir experiencias invaluables.
¿Te alcanza el tiempo para hacer actividades de esparcimiento? ¿Cómo es tu día a día?
- Sí alcanza el tiempo, pero no tanto como en Venezuela, al venir a los Estados Unidos mis responsabilidades aumentaron dentro de la empresa y sumado al hecho de que las distancias son largas en estas ciudades, se reduce el tiempo para hacer este tipo de actividades, pero es indudable que existe una infraestructura excelente y segura para hacer eventos de esparcimiento al aire libre, no solamente para mí, sino para mis hijos.
¿Cuál ha sido tu experiencia más difícil en el exterior y cómo la superaste?
- Para mí, como para el 90 por ciento de los venezolanos que emigramos, el tema económico es el que más nos preocupa y el que más difícil tenemos. Saber administrarse es una herramienta invaluable lejos de la familia o cualquier amigo que pueda socorrerte en un momento difícil; aquí todo se paga en dólares; tanto los depósitos para arredrar un lugar donde vives, el transporte, la comida, los gustos y mayormente las equivocaciones; con este último apartado hay que tener mucho cuidado. He logrado hacer frente a este tema con disciplina y convicción, ya que es muy fácil endeudarse y llenarse de compromisos, pues el medio está hecho para el consumo.
¿Conoces casos de personas en la misma condición que tú que no lograron adaptarse al sistema en el exterior?
- Directamente no, pero he escuchado casos de personas que han salido con las tablas en la cabeza. Hay que estar claros que en estos países hay que endeudarse, pero existe una línea muy difusa entre ese estado normal y la adquisición de deudas impagables; en muchas ocasiones, las personas logran traer un capital para invertir, y a la vuelta de dos semanas se han gastado todo en cosas secundarias y terminan con las tarjetas sobregiradas, quedando solo con la opción de volver (en el mejor de los casos).
¿Cuáles son tus planes a futuro?
- Seguir trabajando en esta meta y dando el ejemplo como venezolano; aquí si haces las cosas bien o mal el responsable siempre será un venezolano y no Francisco, Pedro o Juan. Es un gran reto y una gran responsabilidad que se debe adquirir con orgullo y ejemplo, para dejar una buena impresión al mundo y a las generaciones venideras que quieran probar suerte en el extranjero.