Éxodo de mascotas: la otra cara de la emigración

Para algunos son despedidas tan funestas como la de un familiar que se marcha. Hay lágrimas de melancolía, una suerte de abrazo que no se completa y los sollozos desvelados de los amos se confunden con los bramidos en Maiquetía. No son maletas, pero pueden  viajar como equipaje, en cabinas presurizadas, si pesan menos de 30 kilos. Otros son admitidos como carga, si exceden el margen de las aerolíneas,  y requieren la intercesión de una agencia aduanal para ir hasta su nuevo hogar.

Puede que parezca inverosímil, pero la diáspora de familias con mascotas hace que el proceso de migración se torne más engorroso, cuesta arriba,  y exige mayor planificación, el doble de tiempo, frente a un  alud de trámites, que algunos describen como una espesa maraña de papeles que van y vienen, cuya transacción se hace en dólares y en un terreno casi siempre dominado por gestores. El fenómeno, acentuado desde 2011, cierne sobre la escena país una lectura adicional sobre el éxodo venezolano. Es la otra cara de un drama nacional: la huida.

Hasta el 10 de octubre, Bernardo Manrique, médico de una reconocida clínica canina en el Este de la ciudad, había gestionado la titulación antirrábica a 64 mascotas, 13 más que en 2016, cuando tramitó 51 certificados. Se trata de un documento imprescindible para mudar los animales de país,  y es emitido por el médico tratante y la Federación de Médicos Veterinarios, con el arbitraje de laboratorios ubicados en EE. UU., que procesan las tomas de las especies vacunadas.

 Manrique estima que culminará 2017 con una data 50 % por encima del historial pasado. La diligencia médica se ha convertido en un nicho de mercado cuyos clientes son personas que aspiran vivir en países de Sudamérica, en Estados Unidos y Europa. «La mayoría de los  veterinarios hemos convertido las clínicas en agencias de viaje», expone. Su apreciación encarna una sentencia de país que resume el afán y la tozudez de una sociedad donde hasta los perros se marchan.

Entre los destinos con mayor flujo de familias están Chile, en primer lugar; Argentina, Colombia, Estados Unidos, y España y Portugal, en la Unión Europea, un territorio libre de rabia, donde exigen el conteo de anticuerpos antirrábicos para poder aceptar las mascotas. La prueba debe arrojar al menos 0,50 Unidades Internacionales, lo cual indica que el virus está neutralizado.

De los 64 animales atendidos por Manrique este año, 28 están en Chile. A juzgar por la diversidad de destinos y el éxodo vertiginoso de hogares enteros, hay un animal venezolano en cada rincón del mundo. La proporción general de mascotas varía, pero algunos veterinarios deslizan datos concluyentes de sus consultas: 80 % de los pacientes a los que se le practican las pruebas legales son perros, 15 % felinos y 5 % son de otras especies, entre las cuales entran hurones.

Si las mascotas pesan menos de 8 kilogramos pueden viajar con sus amos, pero si son de grandes dimensiones, los gastos por agencia aduanal de traslado oscilan entre 400 y 500 mil bolívares. En todo caso, se debe hacer una reservación aérea equivalente a 150 dólares, que se cancela a la tasa Dicom, la cual se ubica en 11.401 bolívares por divisa. Ello representa un gasto total de Bs. 1.710.150.
Para viajar a otras latitudes, las mascotas tienen que aprender a permanecer en el kennel, una especie de jaula que debe cumplir con las normas de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo y que cuesta entre 581 mil bolívares y siete millones, según las dimensiones.

Escuelas para perros

La entrenadora Brenda Rasetto, de la Escuela ABC Canino en Macaracuay, precisa que  los animales que se van a Europa requieren un entrenamiento extra. Indistintamente de donde vivan, explica que las clases buscan reforzar la socialización del animal: se les enseña a estar en lugares concurridos, para que puedan entrar al metro o estar en un restaurante. «Yo trabajo más con los dueños. Refuerzo la comunicación para que sepan dar una orden sin miedo».

De los 10 perros que Brenda entrena por mes, tres migran  a otras naciones. La preparación dura dos meses y se resume en ocho clases y un encuentro de una hora por semana.  Aun cuando los animales reciben certificados de asistencia, en Venezuela no hay una credencial con aval internacional que acredite la preparación. Rafael González, de Adiestramientos Canino, en El Hatillo, enfatiza que en Europa es obligatorio educar a las mascotas para sacarlas de paseo. Cada condominio tiene sus normas. «En EE. UU. hay residencias que solo aceptan razas de 30 centímetros de altura».

Mileidys Márquez, del  Pet’s Club Adiestramiento Canino,  les enseña obediencia básica y hacer sus necesidades en papel. «Se adiestran durante cuatro semanas para que duerman en el kennel y caminen al lado de su dueño. Se trabaja el ‘quieto-sentado’ y el llamado; el ‘echado-quieto’, ‘sentado-quieto’, echado y llamado».

Con 32 años de experiencia, Elis Navarro, veterinario de Consultorio Elfex, hoy emite tres certificados antirrabia por mes, a diferencia de otros tiempos cuando solo hacía dos por año. En Venezuela solo el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), en Maracay, está facultado para hacer las pruebas de titulación antirrábica. Aunque existen otros laboratorios, solo están aptos para el diagnóstico de la enfermedad. En 2017 el INIA ha expedido 48 certificados: dos equinos, tres  felinos, 12 bovinos y 31 caninos, informó una fuente. La mayoría de los veterinarios prefiere procesar las muestras en el exterior, puesto que en Venezuela las pruebas se hacen en ratones y no en cultivos celulares como lo establece la OMS.

Elis Navarro dice que la desconfianza se funda en una leyenda que asegura que en España fueron sacrificados algunos perros atendido en el INIA tras dar positivo al mal de rabia. En contraste con el exterior, donde la serología se cotiza entre $100 y 350, en el INEA cuesta Bs 3.920 y tarda 20 días, pero carecen de recursos.

Qué hacer para llevarse a una mascota

  • Para emigrar con una mascota recomiendan iniciar las gestiones seis meses antes. Para ingresar a EE. UU. el animal debe estar al día con la vacuna séxtuple que protege contra seis agentes infecciosos: distémper, parvovirus, parainfluenza, adenovirus II, hepatitis Infecciosa y Leptospira.
  • Todos los países exigen haber aplicado la vacuna séxtuple con al menos un mes de antelación, para garantizar que los anticuerpos hayan hecho su efecto en el animal, pero el producto biológico escasea y tiene un costo de hasta 200 mil bolívares en el mercado negro. Además, deben tener el aval nacional antirrábia y un certificado de salud.
  • Para tramitar la titulación antirrábica, los veterinarios toman una muestra de sangre entre 5 y 7 cc, la centrifugan y  mandan el plasma a laboratorios en EE. UU. El examen tiene un costo de hasta 350 dólares y se debe cancelar con tarjeta de crédito.
  • Debe crearse un usuario en el Registro Único Nacional de Salud Agrícola Integral (Runsai) del Instituto de Sanidad Agrícola, llenar los datos para la planilla de exportación animal y consignar los documentos del animal para ser examinados. En dos días hábiles se emite la planilla de aprobación y desde entonces se tiene un mes para salir.
  • Panamá es el único país que pide apostillar documentos de mascotas, entre ellos la titulación antirrábica, el certificado nacional de salud, los informes de desparasitación interna, externa y la planilla del Runsai.
  • Brenda Rosetto,de ABC Canino, dice que sin requerirlo hay personas que tramitan certificados de apoyo emocional, un informe psiquiátrico que se presenta ante las aerolíneas y que certifica que el pasajero necesita de su mascota para ser funcional, lo cual le permite llevarla en cabina. Hay animales que son sometidas a dietas violentas para que viajen como equipaje.

Fuente e imagen: El Universal

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