Emigrar con los hijos supone desafíos muy particulares para los padres, pues la mudanza de país puede ser una experiencia muy estresante para un niño o adolescente.
Generalmente, los bebés se adaptan con gran facilidad a los cambios y prácticamente ni los notan. Sin embargo, los niños en edad escolar pueden ofrecer resistencia, experimentando cambios bruscos en su comportamiento.
Por ello, debes tener en cuenta:
Avivar la comunicación familiar. En todas las etapas del proceso de emigrar, la comunicación con los hijos es la clave. Resulta esencial escuchar los puntos de vista de los jóvenes, sus objeciones y temores.
La comunicación activa permitirá a cada miembro del grupo familiar conectar con sus propios sentimientos y con los del otro, y en ese proceso, acompañarse mutuamente y darse ánimo y valor para continuar.
En los diálogos familiares conviene destacar los aspectos positivos de la mudanza de país, sin intentar restar importancia a la visión extrema o alarmante que muchas veces muestran los hijos en las situaciones de cambio, especialmente si son adolescentes.
La comunicación con los niños entre 4 y 10 años es delicada. Dependiendo del nivel de madurez del niño, conviene explicarle de la manera más sencilla los cambios que se avecinan. Si los niños hacen preguntas sobre los preparativos en la casa es mejor decirles la verdad sobre la mudanza y los cambios que se avecinan.
Explicar las ventajas de la emigración. Una estrategia aconsejable consiste en explicar a los hijos las ventajas que la emigración traerá a sus vidas.
Conviene destacar los aspectos más novedosos del cambio como situaciones de gran provecho para el grupo familiar; por ejemplo, el encuentro con nuevos amigos de otros orígenes y culturas, el disfrute de nuevas estaciones climáticas o el aprendizaje de otro idioma.
También vale la pena mostrar fotos o videos de la nueva ciudad, enseñando las áreas verdes, los parques y los lugares que ofrecen atracciones para los niños, como las canchas deportivas. Resulta interesante hablar de las costumbres típicas del lugar, del tipo de comida tradicional que podrá degustar y de cualquier nueva actividad que se pueda emprender, como la práctica de un deporte desconocido.
Ayudar a controlar los miedos. Resulta muy importante que los padres escuchen las preocupaciones y miedos de los hijos. Si el niño es poco expresivo, hay que hacer las preguntas acertadas para que poco a poco explique los motivos de su estrés, sus dudas e inquietudes. El objetivo de la conversación es que los padres ayuden a sus hijos a entender los sentimientos y emociones legítimos que están experimentando y transmitan seguridad y confianza al niño, para que la mudanza deje ser un proceso de incertidumbre.
Si la lengua del país de destino resulta una causa de temor o angustia, puede ser conveniente que el niño tome clases del nuevo idioma antes de partir; así el pequeño ganará confianza en sí mismo e irá experimentando las ventajas de la emigración, incluso antes de partir.