El 25 de agosto se celebra el Día del Peluquero, en honor a una de las profesiones que toma cada vez mayor impulso y cuyos trabajadores cuidan y miman a todos sus clientes. Cortan el cabello, afeitan, realizan bonitos peinados de fiesta, entre otras maravillas.
El origen de esta fecha se remonta al siglo XVI cuando Luis IX, entonces rey de Francia, reconoció públicamente el extraordinario trabajo que realizaba su estilista personal en la elaboración de las pelucas que se utilizaban como símbolo de distinción en aquella época.
Durante su reinado, Luis IX declaró a su peluquero ´hombre libre´, le autorizó el uso del espadín como parte de su atuendo, y le dio la misma jerarquía que tenían entonces jueces, médicos y magistrados.
Desde entonces, en muchos países se celebra cada 25 de agosto el Día Mundial del Peluquero. Ahora se les dice ‘estilistas’ más que peluqueros, pero de cualquier modo, hablamos del profesional dedicado al arte de embellecer el cabello.
Esta fecha también se conmemora Colombia, Argentina, Chile, México, Paraguay y Perú. Mientras que Bolivia lo celebra el 21 de octubre y Ecuador el 8 de noviembre.
Más allá de peines, tijeras, tintes, colorantes, planchas y secadores, para ser un buen peluquero se requiere dominio de las técnicas, habilidad y creatividad, actualización permanente, y sobre todo, mucha paciencia y bastante psicología para entender y tratar de complacer los gustos de una clientela que al final termina con los peluqueros de confidentes y convirtiéndose en un gran apoyo.
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