Se conoce como Declaración Balfour a la manifestación formal del Gobierno británico, publicada el 2 de noviembre de 1917, en la que el Reino Unido se declaraba favorable a la creación de “un hogar nacional judío” en el Mandato Británico de Palestina.
Para ganarse el apoyo de la comunidad judía europea, el ministro de Asuntos Exteriores británico, Arthur Balfour, se comprometió en una carta dirigida al vocero sionista británico, Lord Rothschild, a apoyar la constitución de un Estado judío en la entonces posesión turca de Palestina.
La declaración, considerada como el primer reconocimiento de una potencia mundial de los derechos del pueblo judío sobre la “Tierra de Israel”, fue incorporada en el Tratado de paz de Sèvres entre Turquía y el Mandato Británico de Palestina.
Aunque la comunicación señalaba que el nuevo Estado no debía causar perjuicio alguno a los derechos de la población árabe del territorio, este compromiso era claramente contradictorio con la promesa hecha en el mismo periodo a los dirigentes árabes que se habían rebelado contra los turcos, de otorgarles el Gobierno de Palestina.
Cuando se publicó la declaración, vivían en Palestina de 85.000 a 100.000 judíos, con una población total de 600.000 almas. Casi todo el resto estaba formado por árabes. Si el conjunto de los árabes hubiese contado con una buena organización diplomática durante la guerra, no cabe la más mínima duda de que jamás se habría emitido la Declaración. Señala el historiador Paul Jhonson: «En Londres, Lloyd George y Balfour consideraron que habían aprovechado la guerra más odiosa de la historia humana para producir por lo menos algún beneficio: dar un hogar a los judíos».
Tras la guerra, Palestina fue asignada a Gran Bretaña como mandato de la Sociedad de Naciones. En adelante, los intentos británicos de reconciliar ambas promesas marcaron el inicio de los problemas posteriores en esa zona del mundo. El documento original se conserva en la Biblioteca Británica.
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