Hoy se cumplen 30 años de la crisis de la corbeta colombiana ARC Caldas, cuando esta embarcación ingresó en aguas – para ese entonces – en disputa entre Colombia y Venezuela originando uno de los más claros escenarios de guerra entre ambos países desde el caso «Los Monjes» en 1952.
Cuando Venezuela detectó la intromisión de la corbeta colombina, el presidente, para ese entonces, Jaime Lusinchi, autorizó una gran movilización para que las Fuerzas Armadas Venezolanas, en un rápido despliegue, enviaran más de 100.00 tropas, blindados a la frontera colombiana, desplegaron aviones cazabombarderos F-16 de reciente adquisición, que sobrevolaron las naves colombianas, esperando órdenes para atacar.
El Gobierno colombiano, en cabeza de Virgilio Barco, también ordenó una movilización militar (además de cambiar las hipótesis de conflicto para su preparación militar de la siguiente forma: X-2 Venezuela y X-3 Nicaragua), la movilización de varias unidades del ejército y del submarino ARC Tayrona a la zona, como apoyo.
El 17 de agosto de 1987 la crisis llegó a su máximo punto. El Gobierno de Venezuela iba a ordenar el hundimiento de la corbeta, ahora fragata ARC Independiente, que llegó a la zona para relevar a la ARC Caldas; sin embargo, la fragata colombiana también estaba armada, igualmente el submarino Tayrona.
Esto ha sido un punto sumamente difícil de explicarlo, ya que es muy arduo determinar cuál de las dos versiones es la correcta. Se especuló la presencia de los submarinos S-32 y S-31 venezolanos en la zona. Sin embargo, por pedido del secretario de la OEA, João Clemente Baena Soares y el presidente de Argentina Raúl Alfonsín, el Gobierno colombiano retiró la corbeta de la zona.
La crisis tuvo como causa la disputa sobre la soberanía en el golfo de Venezuela, sobre el cual no existe una delimitación aceptada por ambos países. Tanto Venezuela como Colombia la han delimitado unilateralmente, por lo cual las áreas de patrullaje de sus armadas se solapan.
Ya el 19 de agosto, el impasse estaba solucionado. Venezuela no fue a la guerra, pero los pasos ordenados por el presidente se cumplieron a cabalidad, obteniendo una victoria internacional contundente y un respaldo de los países latinoamericanos, coherente. No se cortaron relaciones diplomáticas con Bogotá, ni se retiraron embajadores.
La política externa se manejó, en ese momento, con gran altura, asesorada por venezolanos diplomáticos y militares, que demostraron alta talla moral e intelectual. Se tuvo un acto de guerra y Venezuela respondió aplicando los principios de proporcionalidad y de fuerza graduada que hizo que la crisis quedara enmarcada en la diplomacia naval, con un alto apoyo de medios aéreos, que permitió escalar de forma adecuada en el momento más intenso de la crisis.
El Gobierno colombiano comprendió que había provocado a los venezolanos con la errada decisión de incursionar con unidades de guerra en nuestras Aguas Jurisdiccionales del Golfo de Venezuela.
Fuente: http://fragatacaldascolombiavenezuela.blogspot.com/
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