Estimado emigrante…
Los motivos para emigrar de Venezuela, sean cuales fuesen, los entiendo perfectamente, pues son muy válidos. No pienso juzgarte, ni recriminarte, mucho menos formarte un zaperoco de por qué no luchas por tu (destruido) país.
Pienso que has aguantado demasiado y que tu decisión es definitiva e impostergable. Pero sí me voy a tomar ciertas licencias para decirte unas cuantas cosas que puede que te sirvan, si decides aceptarlas, en tu nueva dinámica como inmigrante una vez llegado a tu nuevo destino.
Tu nacionalidad venezolana siempre estará presente en tu corazón, pero como nuestro gentilicio ha sido blanco de múltiples ataques a lo largo del tiempo (con sobradas razones) debido a ese gen malvado, maluco y perverso que se denomina “viveza criolla” o como recientemente lo han querido llamar “el ingenio venezolano” (como si con eso nos hiciera menos daño), nos obliga a deslastrarnos de esa pesada carga que representa ser un “vivo” y reinventarnos como la mejor versión de nosotros.
Espero que con los siguientes puntos, puedas entender lo arriba descrito:
- El país a donde te dirijas, cualquiera que sea, NO espera por ti. Una vez que llegues te darás cuenta que eres el último en la cola. Debes demostrar con trabajo duro (..¡y muy duro!) que vas a ser una persona de bien y no una carga para el Estado ni para tus anfitriones. Si no lo quieres ver, pues que no te extrañe que un buen día, unos señores con cara de muy pocos amigos lleguen a donde estés viviendo y te enseñen un boleto con tu nombre y con destino a tu depauperado país de origen.
- Una vez que pises el nuevo territorio, recuerda que estas a merced de sus leyes. Compórtate como un educado ciudadano del mundo.
- Lo más seguro es que los ciudadanos de ese nuevo país, respeten las leyes más simples y para las cosas que en tu país son un saludo a la bandera o un cero a la izquierda, como por ejemplo, un semáforo en rojo.
Recuerda que te fuiste a otro país porque, entre otras cosas, buscabas un lugar donde todo funcionara. Pues, ¡sorpresa! son los ciudadanos, a través del cumplimiento de las leyes, los que hacen que todo funcione como debe ser.
No los mires como gallina que mira sal, ellos a diferencia tuya, no son unos “pajúos” solo porque esperan a que la luz se ponga verde.
- Derivado de lo anterior, si ese ciudadano “se come” la luz roja, muy probable que de la nada salga un policía o un fiscal de tránsito y le imponga una multa por la infracción cometida.
Puede que la multa equivalga al mercado de 15 días y por ninguna razón intentes sobornarlo. Las sonrisitas nerviosas y/o cómplices con el oficial no servirán de nada.
El argumento de que no sabías que no podías dar vuelta en “U” no es válido. Ellos, con la sempiterna cara de pocos amigos aplicarán la máxima de “el desconocimiento de la ley, no te exime de su cumplimiento”.
Continúa…
Por: Luis Enrique Bolívar
Fuente: http://www.emigrandoando.com.ve
Imagen: Web