Una de las cosas que me ha pasado desde que llegué a México ha sido adaptarme a los modismos y refranes. A pesar de ser un país latino y hablar el mismo idioma, siempre existen frases o palabras que tienen un significado diferente.
Hace unos días compartía con mis compañeras de trabajo la mala experiencia que tuve en una entidad bancaria. No por ser México se debe creer que los servicios bancarios son eficientes. La realidad es que visité más de 4 veces la entidad bancaria y cada Ejecutivo de Cuentas me daba una respuesta diferente a mi requerimiento. Mi compañera de trabajo me empieza a aconsejar, pero utiliza la frase “hacer un Pancho”. No es la primera vez que me pasa: me quedo tal cual computadora en proceso de reseteo tratando de adivinar lo que significa la frase. En cuestión de segundos dejé de prestar atención a sus palabras para que mi imaginación empezara a divagar en posibles respuestas.
A veces las personas me ven la cara y se dan cuenta de que hubo algo que no entendí. En otras oportunidades, prefiero dejar pasar el momento y preguntarle a alguien de confianza.
La verdad es que pasé algunas horas tratando de entender lo que “Pancho” podría hacer por mí. Recordé al mono del Zoológico de Maracay, que siempre se llamó Pancho y que bailaba al oír el ritmo de las palmas de las manos y la tonada de “Baila Pancho, Baila”. Imaginé el hacerme un mono gigante para llevarlo conmigo hasta la entidad bancaria. Pensé hasta en la posibilidad de un “amigo llamado Pancho” que podía ayudarme con el problema.
Al final del día, le pregunté a mi esposo: ¿quién es Pancho? Su mirada no estaba muy convencida. Le expliqué lo que me había pasado más temprano. Entonces, su mirada se iluminó. “Hacer un Pancho” es armar un lio, presionar a las personas para que puedas conseguir algo por medio de una escena.
Lo único que no entendí de la explicación, es por qué tengo que buscar a un tal Pancho para que arme un lio, si yo sola puedo arreglar mis problemas en el banco, ¿no creen?
Por: Mirsay Shimkevich