Aprender japonés no es una tarea fácil. Desde pequeño «La Tierra del Sol Naciente» ha llamado mi atención. La primera vez que hice clic con ella fue mediante un libro para niños que tenía mi mamá, el cual formaba parte de la biblioteca de su colegio CEDIN (Maturín, edo. Monagas). El texto estaba cargado de dibujos que iban narrando diversos lugares y tradiciones japonesas, atrapando mi atención (lo leí muchas veces).
Inconscientemente esto caló en mí, y fue automático que al crecer me acerqué a la cultura japonesa, haciendo que mi acervo creciera cada día más. Primero fue el animé y el manga; luego fueron los videojuegos; luego el interés por el idioma. Poco a poco me fui «envenenando» de ganas por experimentar cómo era la vida en Japón, hasta que en cuarto año de bachillerato conocí a un miembro de una organización de intercambios llamada «AFS» y me enteré que existía la oportunidad de irme a estudiar en Japón un año al salir de bachillerato. Inmediatamente les expresé a mis padres mi deseo por participar; al ellos aceptar, comenzó mi preparación.
Mi profesor favorito de inglés de toda la vida, Rafael Marquina, es un gran fanático del animé y un excelente ilustrador. Como estudiaba en Humanidades, se enteró de un curso de japonés en Fundaidiomas y se inscribió. Al saber esto, inmediatamente le pregunté que si podía asistir a este curso; Rafa preguntó y me dijo que no, porque era menor, pero que aun así podía ver clases privadas en casa del profesor ¡Wow! mi alivio fue inmenso al saber que existía un profesor de japonés en Mérida, ya que así no me iría en el aire con el idioma, sino que llevaría un conocimiento previo. Inmediatamente organicé un grupo de estudio, puesto que al llamarlo, el profesor me dijo que necesitaba que fuésemos mínimo tres alumnos, así que le dije a mi mejor amigo del bachillerato (con quien compartía ese extraño gusto por Japón) y a otro compañero que era Friki (se autodenominaba así), quien recién había llegado de España. Mis clases fueron muy productivas, y al irme a Japón tenía una base que fue lo suficientemente fuerte como para permitirme pasar el JPLT (Japanese Language Proficiency Test) Level 2 (2級) con 80 %.
Así nació mi amistad con el profesor Ricardo Kiyota, japonés radicado en Mérida desde sus 19 años. Trabajó mucho tiempo en diversos almacenes cuyos dueños eran japoneses, algunos, incluso familiares de él. Luego se dedicó a la enseñanza del lenguaje en Mérida, dando clases privadas y también en Fundaidiomas. Lo interesante es que a pesar de volver de Japón, hace ya ocho años, y no asistir con regularidad a clases de japonés, la amistad se mantiene intacta. El profesor dice que para él «todo alumno es como un hijo», y que no importa que no nos vea todos los días, se preocupa por nosotros.
De más está decir que el profesor no solo es un excelente maestro sino también una persona con una calidad humana impresionante. Él fue mi primer atisbo de lo que es realmente la cultura japonesa, y se convirtió en mi mentor y guía, preparándome para vivir y sobrevivir en esa tierra. Además fue un apoyo fuerte en mi proceso de postulación a la beca MEXT, dándome orientación durante todo el proceso y hasta una carta de recomendación, diciendo las cualidades que veía en mí. La carta fue realmente súper emotiva, y creo que fue un factor clave en el proceso de selección de la Embajada.
El profe es una persona genial, y a pesar de que después de tantos años aún le cuesta un poco hablar español, es un venezolano más criollo que muchos de nosotros. Le gusta el sancocho, las «verdes» y pescar truchas en el páramo, entre otras cosas.
Como buen venezolano, al profe le gusta celebrar sus famosas Sushi Party (寿司パーティ), las cuales consisten en una reunión con un grupo grande de alumnos, cada quien pone algo de dinero, el profesor compra los materiales y entre todos cocinamos. No importa si tus habilidades culinarias son nulas, siempre hace falta alguien que lave los platos o que organice la cocina.
Últimamente ha habido diversos motivos para celebrar. El año pasado, una compañera del curso, llamada Deby Plaza, ganó la beca de Pregrado de MEXT y está estudiando en Osaka una carrera relacionada con literatura (no se cuál :P); también, otra compañera llamada Mary Cuiñas se fue por AFS para Fukuoka; otra alumna, María Virginia León, fue seleccionada y participó en el 24th Ship for World Youth; yo gané la beca MEXT… En fin, muchos buenos motivos para celebrar.
Las Sushi Party son geniales. La característica es cerveza verde y mucho trabajo, seguido de más cerveza y mucha comida, para luego finalizar con cerveza y una buena conversación de sobremesa. Los compañeros del curso tenemos en general una muy buena relación, y disfrutamos mucho de la compañía de los demás. Para variar la cuestión, también hacemos a veces otros tipos de comida, como por ejemplo: Okonomiyaki, Yakisoba y Kare Raisu.
Bueno, sin más preámbulos, les adjunto fotos de algunas Sushi Parties que hemos hecho lately, que era la razón principal de este Post.
Por: Toyoxx
Fuente: https://toyoenjapon.wordpress.com/
Imagen: http://www.taringa.net