Hijo de una mulata holandesa de nombre María Isabel, fue bautizado el mismo día de su nacimiento, 28 de abril de 1774, bajo los nombres de Manuel María Francisco. Se presume que su padre fue el marino mercante Fernando Piar Lottyn.
Manuel Piar fue reconocido como el libertador de Guayana por su victoria ante los realistas en la Batalla de San Félix, donde logró la liberación de la Provincia de Guayana y garantizó al ejército libertador un gigantesco abastecimiento de víveres, alimentos, caballos y enseres para el gran esfuerzo militar que representarían las posteriores campañas por la liberación de Venezuela, Colombia y Ecuador.
Con apenas 23 años de edad, se sumó a la causa por la libertad de Venezuela y huye del país en un barco de bandera haitiana, poniéndose luego a las órdenes de Francisco de Miranda como alférez de navío durante las batallas de Puerto Cabello y Sorondo.
Se unió a las tropas de Bolívar, llegó a ser general en jefe a los 43 años de edad, caso único, ascendido por sus compañeros de armas y luego ratificado por el Libertador, pero su condición de pardo, le llevó a tener problemas con sus superiores blancos, incluyendo a Bolívar, que formaban parte de los mantuanos. Sin embargo, el propio Libertador trató de disuadirlo de sus intenciones, escribiéndole el 19 de junio de 1817: «.. La patria lo necesita a Ud. hoy como lo que es y mañana habrá de necesitarlo como lo que por sus servicios llegare a ser».
Participó en 24 acciones de guerra y sólo igualó en una de ellas, en contra del español asturiano José Tomás Boves en el sitio de El Salado en octubre de 1814. Fue héroe de las batallas de El Juncal (1816) y San Félix (1817) que prácticamente liberó toda Guayana, y fue él quien en Angostura estableció la base de retaguardia de vital importancia para los éxitos de 1819 e invitó a establecerse en ella al Libertador.
Piar anhelaba la independencia, también deseaba el poder y el derecho político y social de los mestizos, denigrados por el sistema colonial, así que decidió conspirar contra Bolívar y su ejército, dirigido por casi todos los blancos de la oligarquía mantuana de Caracas, con el fin de promover una guerra de castas.
En 1817 fue capturado en Maturín por el general Manuel Cedeño, llevado a juicio según el Decreto de Conspiradores de agosto de 1813 y condenado a muerte el 16 de octubre de 1817 en Ciudad Bolívar por los delitos de insubordinación, deserción, sedición y conspiración.
Sobre este hecho, la historia recoge el dolor que sufrió el Libertador Simón Bolívar al escuchar los disparos: «He derramado mi propia sangre».
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