“El coplero Florentino / por el ancho terraplén / caminos del Desamparo desanda a golpe de seis”, con este verso, el poeta, abogado, político, diplomático, educador y ensayista, Alberto Arvelo Torrealba, comienza su obra maestra: Florentino y el Diablo (1940).
En la Universidad Central de Venezuela, el escritor, nacido el 4 de septiembre de 1905 en Barinas, obtuvo el grado de doctor en Ciencias Políticas (1935). Ejerció la docencia y desempeñó altos cargos públicos, entre ellos: presidente del Consejo Técnico de Educación en 1940, gobernador del estado Barinas entre 1941 y 1944, consejero de la embajada de Francia, embajador extraordinario de Venezuela en Bolivia (1952), embajador en Italia, ministro de Agricultura y Cría (1953). En 1968 fue elegido Individuo de Número de la Academia de la Lengua.
En 1966 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, Mención Prosa, por su ensayo: Lazo Martí: vigencia en lejanía. Otras obras suyas fueron Música de cuatro (1928), Cantas (1932), Glosas al cancionero (1940), Florentino y el Diablo (1940/1957) y Caminos que andan (1952).
La gran popularidad de sus versos se explica por los temas sacados de la vida y del paisaje cotidiano del habitante de las llanuras venezolanas, y por el uso de formas métricas y estróficas de atractiva sonoridad y de larga tradición popular, heredada de nuestro pasado hispánico: el octosílabo, la copla, la décima o espinela, el romance… Pero sus imágenes son muchas veces herméticas, producto de una elaboración poética rica y compleja, con los recursos de una vasta cultura.
Sus versos, además, responden a una vocación profundamente humana y universal. Un hondo contenido reflexivo, netamente existencial, que universaliza la angustia del poeta ante el mundo y la vida, y la expresión estética ricamente elaborada, trasvasada en imágenes de la más variada especie, aun sin dejar de apoyarse en un lenguaje a veces, pero no siempre, típicamente popular, y muy frecuentemente traducida en imágenes herméticas, cuya forma popular esconde la dificultad para captar plenamente su sentido.
Tuvo cinco hermanos: Pompeyo, Rafael Ángel, Aura Atila, Marco Antonio y María Lorenza Arvelo Torrealba. Contrajo nupcias con Rosa Dolores Ramos Calles y de esa unión nacieron Alberto y Mariela Arvelo Ramos.
Su salud a partir de 1969-1970 era deplorable. Se le había amputado una pierna. Sin embargo, conservó el sentido del humor.
Arvelo Torrealba murió en Caracas el 28 de marzo de 1971.
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