Anécdota 1: Un día me monto en el tren y me siento en frente de una señora, seguidamente llegan unos muchachos quienes completan los dos asientos restantes. La muchacha le habla al muchacho para que se cambien de asiento porque se mareaba (y se lo dice en español); acto seguido, la señora le responde en español: «Si quieres te sientas de este lado», los tres sonríen y se cambian de puesto. En ese momento, para completar la escena les digo: «Pues entonces los cuatro hablamos español», y comenzamos la conversa. Los dos chicos son colombianos y la señora de Guatemala.
Anécdota 2: Otro día con dos amigos más nos montamos en el tren, esta vez eran seis asientos. Yo me senté entre una muchacha y una señora asiática y los demás en los tres puestos que estaban en frente. Transcurridos unos minutos, me llegó un aroma como desagradable y les digo a los muchachos en español (porque claro está, QUIEN ME VA A ENTENDER): «Me huele como feo aquí…», y ahí seguimos la conversa de los olores y todo aquello. Unos tres minutos más tarde, la muchacha que estaba a mi lado nos dice: «Ustedes son de Venezuela ¿verdad?». Pues resulta que la chica también era venezolana. Unos cinco minutos más tarde, la señora asiática comienza a decirnos en inglés que ella era de Vietnam pero entendía algo de español.
Moraleja: No piensen que porque están en Australia nadie les entiende lo que dicen. Es más común de lo que nos podríamos imaginar encontrar gente que hable o entienda español, así que hay que ser cauteloso al emitir cualquier opinión. Estas dos anécdotas son solo algunas de las tantas donde nos hemos encontrado gente de habla hispana…Ojo con eso.
Por: Diana.
Fuente: http://venezaau.blogspot.com/
Imagen: web