El sentimiento de responsabilidad

Por: Ley.

Cuando emigras por amor, hay algo a lo que no estás preparado y seguro ni siquiera lo has pensado. El sentimiento de responsabilidad de tu pareja.

Desde antes de partir para siempre, te has estado haciendo la idea de que debes ser más fuerte, de que debes buscar tu independencia lo más pronto posible y de que pronto encontrarás tu propio camino en tu nuevo destino. Nos cubrimos de acero para arrancar con nuestra propia vida en el país de la persona que hemos escogido como pareja.

Y aunque estés siendo fuerte, te sientas independiente y rápidamente estés construyendo ya tu camino, seguro que nunca te pasó por la mente toda esa presión que siente tu pareja de sentirse responsable por ti. Porque has dejado atrás todo por él/ella, porque sabe que no tienes a nadie aquí y porque sabe que tu único apoyo será él/ella para todo en esta nueva vida.

Si hay algo que yo sabía cuando emigré, es que seguiría siendo tan independiente en Holanda como lo era en Venezuela. Que sí. Que llevaría tiempo lograrlo, sí. Pero lo que menos quería era que Pablo se hiciera cargo de mí y que mucho menos me viera con ojos de lástima como si yo fuera una necesitada.

Si debía ir a la escuela de holandés, él se ofrecía a llevarme para no tener que lidiar con el transporte público. Si necesitaba hacer alguna diligencia en la alcaldía, él se ofrecía a ir conmigo y hablar por mí porque mi holandés no era el mejor todavía. Si quería ir a tomarme un café con alguna amiga al centro, él me ofrecía dinero extra para gastar en lo que necesitara o quisiera.

Siempre se ofrecía y yo siempre le daba las gracias y rechazaba su oferta. Y no por mal agradecida, sino porque yo podía y necesitaba hacerlo por mi cuenta.

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Si debía ir a algún lado, podía resolver con el transporte público. Si tenía que comunicarme con alguien, usaría mi holandés básico y complementaría con mi inglés o con el idioma de las señas. Si quería salir con mis amigas, gastaría sólo lo que podía y tenía.

En mi cabeza, necesitaba exponerme a la realidad para poder crecer de una vez por todas.

Yo nunca quise sentirme dependiente de Pablo. Pero sobre todo, no quería por ningún motivo que él se sintiera responsable de mí, pues al final, yo fui quien tomó la decisión de irme lejos y yo debía asumir las consecuencias.

Por eso, yo hacía todo lo posible porque él viera que no necesitaba preocuparse por mí, pero él no podía dejar de sentir que yo necesitaba de alguien, y que ese alguien sólo era él. La persona por la que decidí dejar todo y empezar de nuevo.

Poco a poco fue entendiendo que yo quería, y sobre todo podía, hacer todo por mi cuenta. Que quizás me iba a costar más porque no conocía el sistema ni el idioma a la perfección, pero que yo lo hacía posible siempre.

Poco a poco fui entendiendo que no podía quitarle el sentimiento de culpa y responsabilidad por mí. Que para una persona que te quiere, es lógico querer hacerte sentir bien y evitar que te enfrentes a problemas que te puedan hacer daño.

Porque así es el amor. Sólo quieres lo mejor para las personas que amas.

Hoy en día trato de pensar que si el caso hubiera sido al contrario, pasaría lo mismo. Si Pablo se hubiera ido a Venezuela, seguro sería yo quien no quisiera que él se expusiera a malos momentos y él trataría de hacerse su propio camino rechazando mi ayuda.

Hoy en día creo que no cambiaría la manera en que actué para hacerme independiente en este país, pero si me hubiera gustado saber cómo era el sentimiento de responsabilidad que tenía Pablo en aquellos momentos en que yo salía como superwoman recién llegada a tratar de conquistar Holanda en su versión Jumanji.

¿Quizás hubiera sido todo más fácil?

Fuente: www.naciendoenholanda.com

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