Dicen que el amor entra por el estómago y los compañeros de Ají Dulce, el primer FoodTruck de comida venezolana en París, lo entendieron al pie de la letra.
Desde hace unos años, Daniela Baland (de Caracas) y Luis Alfredo Machado (de Puerto Ordaz), comparten con los habitantes de la Ciudad Luz la sazón criolla a través del plato más significativo de nuestro país: la arepa.
París les ha sabido corresponder ese amor, y en la actualidad, estos intrépidos coterráneos inauguraron un pequeño restaurante donde esperan continuar con la buena racha culinaria sin olvidar el famoso FoodTruck.
En esta oportunidad nos cuentan en la intimidad su historia y experiencias al frente de este reto.
El comienzo de este proyecto fue posible gracias a la convergencia e inventiva de estos dos talentosos venezolanos. Antes de emigrar, Luis Alfredo era un ingeniero químico enfocado en su carrera. Luego de desempeñar cargos relacionados con su profesión, decidió darse una oportunidad en otra de sus pasiones: la cocina.
Fue entonces cuando se embarcó rumbo a París (previa planificación), ciudad donde estudió artes culinarias, en la escuela Le Cordon Bleu. Al poco tiempo, mientras buscaba opciones en el mercado laboral, Machado recibió la llamada de Daniela (comunicadora social), quien le propuso inicialmente el proyecto.
Este dúo emprendió pues una “heroica gesta” para conseguir los permisos y el dinero necesarios, herramientas que les permitieron, al poco tiempo, surcar en su famoso vehículo las principales calles de esta cosmopolita ciudad, cocinando nuestras famosas “arepitas”. Desde entonces, son referencia obligatoria de la buena cocina venezolana en París.
La experiencia de vivir en el extranjero ha sido muy enriquecedora, ya que les ha permitido aprender lecciones valiosas, entre las que destacan la planificación, el trabajo duro y la paciencia, puntos que se suman en el proceso de aceptación y establecimiento en una nueva tierra, factor fundamental para que valga la pena la enseñanza.
Otro de los aspectos imprescindibles para el éxito de esta empresa es la preparación profesional de sus protagonistas, ya que el conocimiento les ha brindado libertad y confianza en el trabajo.
Para competir en el mercado francés nuestros invitados se han valido de la fortaleza que tenemos como pueblo, entregando en cada plato una sonrisa y nuestra inigualable forma de interactuar con el entorno; eso que nos hace felices frente a las adversidades y solidarios con quien más necesita, ingredientes fundamentales en la cocina y en la vida.
“La gente acá se preocupa muchísimo por lo que come, y si además de un buen platillo le brindas un servicio agradable y abierto de nuestras costumbres venezolanas, te ganas el corazón de los franceses y su estómago”, nos dice Machado.
Hace poco tiempo abrieron un nuevo espacio al público, esta vez anclados en tierra, donde esperan seguir cosechando las mejores experiencias al frente de la vorágine culinaria en esta hermosa ciudad.
Para Luis Alfredo, el proceso de migración que vive Venezuela, más que una calamidad es una oportunidad frente a la adversidad y un compromiso que nos permitirá demostrar nuestras potencialidades en momentos difíciles, ocasión inigualable para el crecimiento y la evolución de un pueblo con hambre de grandeza.
Con esta combinación sería imperdonable ir a París y no hacer una parada en el ya famoso FoodTruck, pequeño oasis venezolano, para nutrir al cuerpo con nuestros sabores nacionales y alimentar el alma con la energía positiva de sus anfitriones, dignos representantes del país y el continente.