Aunque para muchos es desconocido, la tartamudez no es ninguna enfermedad ni va asociada a ninguna deficiencia, simplemente, quienes sufren este problema, necesitan más tiempo para expresar sus ideas. Repasamos la historia y algunas curiosidades sobre los tartamudos.
La tartamudez, que algunos expertos vinculan a un exceso de dopamina en el cerebro, afecta cuatro veces más a los hombres que a las mujeres. Demóstenes, orador ateniense que vivió entre el 384 y el 322 antes de Cristo, era tartamudo, y para reforzar su voz practicaba en la playa hablando con piedrecitas en la boca hasta que se le podía oír entre el ruido de las olas. También subía por colinas cargando peso en el pecho para aumentar su capacidad pulmonar.
El mismísmo Aristóteles consideraba que las personas tartamudeaban porque pensaban más rápido de lo que podían hablar, de modo que la responsable última de la tartamudez era la lengua, al ser incapaz de seguir la velocidad con la que fluían las ideas.
El doctor Febricus Hildanus, allá por el año 1608, mantenía que los tartamudos tenían un frenillo en la lengua mucho más gordo de lo normal, de modo que su radical solución era, precisamente, cortar ese apéndice. Evidentemente el sistema no mejoraba la tartamudez.
Algunos datos interesantes los ofrece una película actual, El discurso del rey, que aborda el problema de la tartamudez en la historia. Exactamente, el film que logró el Oscar a la mejor película en 2010, trata del discurso que debía formular el rey Jorge VI en el inicio de la II Guerra Mundial. Para vencer la tartamudez y dar una impresión de fortaleza frente al pueblo, acude a un fonoaudiólogo, Lionel Lodge.
Sigmund Freud pensaba que la tartamudez tenía algo que ver con las funciones de excreción, pues hablar se veía como un acto de expulsar algo al mundo externo. De este modo, opinaba que los bloqueos típicos de este problema eran una especie de estreñimiento del lenguaje.
Muchos famosos de distintos campos nutren la larga lista de tartamudos eméritos. Entre ellos están Marilyn Monroe, Miguel de Cervantes, Aristóteles, Isaac Newton, Jorge VI, James Stewart, Charles Darwin, Clara Barton, Winston Churchill…
A pesar de todas las investigaciones científicas que se han llevado a cabo sobre la tartamudez, todavía no existe ningún tratamiento definitivo ni se ha conseguido explicar este problema. Ni siquiera la genética o la neurociencia han logrado revelar las claves de esta dificultad.
Fuente: http://www.muyinteresante.es/
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