El proceso conocido como “adaptación intercultural”, implica varias etapas que cada persona asume de manera diferente. El hecho de conocer de antemano estas fases ayuda a superarlas y reducir los niveles de estrés.
Fase de expectativas y entusiasmo
Durante las primeras semanas, el inmigrante suele sentirse altamente motivado ante los retos que se avecinan. La nueva cultura resulta estimulante y divertida. Estas primeras sensaciones ayudan a superar con confianza y empeño los obstáculos que se presenten, pero las expectativas de este periodo suelen ser demasiado altas y poco realistas.
Es importante no olvidar nunca la oportunidad de gran valor personal y profesional que se está experimentando, y recordar siempre las razones que motivaron la decisión. Estos pensamientos generarán entusiasmo.
Fase de desencanto y ansiedad
Durante los primeros seis meses de estadía en el nuevo país, se viven experiencias reconfortantes y algunas no tan agradables. Muchas de las cosas que se anhelaban no se habrán alcanzado aún y esto puede generar frustración y confusión.
Los especialistas en adaptación intercultural recomiendan que durante estos periodos de ansiedad, no es conveniente tomar decisiones importantes. Como ayuda, se recomienda la comunicación con amigos y familiares del país de origen y buscar el consuelo de personas queridas y sensatas.
Fase de adaptación y confianza
Eventualmente, se comienzan a sentir los beneficios del cambio: la comodidad del hogar, las ventajas del empleo, la seguridad y tranquilidad del nuevo ambiente. En fin, se aprecian las ventajas que ofrece el país de acogida en cuanto a calidad de vida. El inmigrante comienza a sentir confianza en la decisión tomada y entusiasmo para seguir adelante.
La mejor manera de integrarse es involucrarse. Hay que preguntar a otros, informarse, no tener miedo a cometer errores y aprender de las experiencias ajenas. Más gente de la que se puede imaginar está dispuesta a ayudar.