Yo le fui infiel a Adelaide

Sí, lo confieso. He sido infiel a Adelaide, pero sólo por una noche… O dos… O tal vez seis. Pero no más. La verdad no pensé que pasaría. pero creo que lo volvería a hacer.
En diciembre mi familia y yo nos fuimos de paseo al Gold Coast y Brisbane. El viaje, como todos nuestros viajes, tenía un motivo específico, un motivo que duraba solo un día. Pero ya que íbamos a estar allá ¿por qué no pasear por una semana entera? Sin esa excusa, dudo que nos hubiésemos gastado ese dinero y justo en diciembre, cuando todo es más caro en dichas ciudades.
Compramos los boletos y reservamos dos noches de hotel en Gold Coast con la intención de pasar tres días en tres parques distintos y cuatro noches en Brisbane, todo esto organizado con cierta anticipación buscando pagar lo menos posible. Cabe destacar que mi esposo es conocido como «el Rey de la Golilla» y le encontró un uso a sus Flybuys: Sacó un par de tickets VIP para tres parques.
La verdad el viaje a Gold Coast para mí no pintaba bien. Cuando se trata de parques temáticos y montañas rusas, yo huyo y claramente le dije a mi esposo que «esos riales de mi ticket pa’ los parques se van a perder». Mi emoción era más por tener vacaciones y conocer otra ciudad.
Salimos un miércoles a las 5am de la casa para volar a Brisbane a las 6.15am. El día en Adelaide pintaba bonito y según el reporte del clima en Queensland, iba a estar soleado y perfecto.

Llegamos a Brisbane, sacamos el carro que alquilamos y nos enrumbamos a Gold Coast a comenzar nuestra aventura. Lo primero que me imrpesionó fue ese puente después del aeropuerto que conecta con la autopista, y pensé «what the fuck». Yo definitivamente debo amar los puentes, porque me sorprenden bastante. Afirmar que me gusta más admirar el Harbour Bridge que el Opera House, debe  darles una idea.
Este puente, cerca del aeropuerto y al cual no pude hacerle una mejor foto, es una vaina muy loca. Es ¡¡ALTÍSIMO!! y triangular. Cuando vas subiendo sientes que vas a llegar al cielo. Creo que intentaron hacer un puente con sensación de roller coaster «pa que te vayais preparando».
Aproximadamente una hora más tarde, llegamos a Gold Coast. Una ciudad pequeña y, al menos en el centro, hermosa. Un clima un tanto caluroso para mi gusto, sin embargo no sentí la humedad que dicen que tiene. Debe ser que estaba ocupada tratando de no morir en los parques.
Una cosa curiosa es que a las 4.30 am hay un sol espeluznante; en serio. Me levanté de mi cama y vi el reflejo incandescente de la luz y dije «por fin dormí hasta tarde». Vi el reloj y marcaba las 4.33 am ¡No lo podía creer! Me restregué los ojos, me puse los lentes y aún así no podía creerlo. Me convencí finalmente cuando vi el reloj del hotel. Eso no me gustó. Aunque anochece tipo 6.30 pm.
Cielo azul hermoso (que también tengo en Adelaide) y lo amo adonde vaya. Pero una ciudad que se vea así a lo lejos, no te la tengo. Y eso también me encanta. Aquí empezó la atracción.

Llegamos al primer parque: Sea World. Nada para morirse, pero igual muy lindo e interesante, en especial por los delfines… y bueno, me monté por primera vez en una montaña rusa… y como soy masoquista, en los jetski que si van más rápido te planchan la cara pa atrás, y en Los Vikingos, una vaina modo Splash Mountain.
Mamados pero en Gold Coast, hicimos check in en el hotel y nos tocó una habitación con una vista del más allá. Aquí empecé a pensar en la posibilidad de montarle cachos a Adelaide e incluso de dejarla. Mi cabeza comenzó a dar vueltas y mi boca a decirle a Rod «Oye, aquí podría vivir. Es la única ciudad de Australia que me ha hecho considerarla como posible hogar hasta ahora»Casi inmediatamente me puse a ver el precio de los alquileres y la oferta de trabajo. Lamentablemente esta segunda no parecía, en ese momento y en especial para mi esposo, muy amplia. Empezó mi desilusión, pero para consolarme pensé «es diciembre y el mercado laboral se paraliza».
Le pedí a Rod que nos diéramos una vuelta por los suburbios. A pesar de que no vimos mucho ni muy lejos del centro, mi impresión fue que lo bonito era Surfers Paradise y lo demás «es monte». Este aspecto medio rio chiquense y el amanecer tan temprano, me desilusionaron un poco.
Cabe destacar que salimos a cenar las dos noches cerca de Surfers Paradise y siendo Gold Coast, la comida no nos pareció para nada cara. Así que concluyo que lo caro son los boletos y por supuesto el alojamiento, por lo tanto mi consejo es: búsquese un pana que le dé techo cuando venga y se ahorra unos reales.
Por: Monólogos bipolares
Imagen: web

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