Paciencia con la venezolana

Por: Mirsay Shimkevich

En casi dos años que llevo viviendo en México, aún se me dificulta el hecho de recordar los nombres de calles, locales comerciales o estados que tengan nombres relacionados con la historia maya, azteca o revolucionaria de este país.

En días pasados, debía agarrar un taxi para llegar a la casa de una amiga. Lo cierto es que siempre sé llegar al lugar, pero nunca sé el nombre de calles o avenidas. Cuando me dirijo al conductor mi primera frase después del saludo fue: “Yo se cómo llegar, pero por favor no me pregunte el nombre de la calle”. La situación se complica cuando los puntos de referencia son nombres característicos de los mexicanos. Mis indicaciones al conductor fueron: ¿Usted sabe dónde queda un restaurant llamado Bigote? El señor muy amablemente y con toda la paciencia del mundo me responde “Sí Señora”. Proseguí con mi discurso: “Bueno, usted se va por ahí derechito y cuando llegue a un restaurant  con un nombre así, así, así como muchu, buchi, muchito, mumucho ¿Usted lo conoce?”. Sólo alcancé a ver la arruga que se le  formó al señor entre las cejas. Aún con paciencia y una voz suave, me dice: “Señora yo me voy a ir por la calle del restaurant Bigote que usted me dice, y ahí vamos viendo”. Respiré por un momento, sin dejar de hacerle seguimiento al entrecejo del señor pronunciado y arrugado.

Durante el recorrido el señor me comentaba sobre las exquisitas tortas de cochino que venden en ese “restaurant Bigote”, luego prosiguió una pausa y me comentó “Ya creo saber de lo que me está hablando, usted habla de la marisquería Guamuchilito”. Yo con mis ojos de alegría exclamé: “Sí Señor, ahí mismo es”.

Guamuchil es la quinta ciudad más grande del estado de Sinaloa y el nombre también se le atribuye a  un fruto  en la lengua Nahuatl (cuauhmochitl / cuamúchil). Esta lengua era utilizada durante la época del Imperio Azteca.

Me imagino que el nombre de la marisquería es más por la ciudad que por la fruta. Sin embargo, no deja de ser extraño para mi consciente que trata de adaptarse a las nuevas circunstancias. También lo comento porque en algunos casos la memoria selectiva te hace una mala jugada y empiezas a dar nombres venezolanos en  cosas y lugares que no son venezolanos.

El otro día mi jefa me comentaba sobre una papelería llamada “Gran Oriente”. Yo empecé a googlearla y no sé por qué no daba con la dirección y teléfono de la referida papelería. Volvimos a comentar sobre la papelería en la oficina y durante la conversación nombré el referido lugar como: “Papelería Gran Orinoco”. La cara de mi jefa me lo dijo todo. Al mismo tiempo, mi cerebro trataba de ubicar un río Orinoco en México. Para mis adentros me dije: “¿Cómo puede haber una papelería llamada Orinoco, si el Río Orinoco está en Venezuela?» Fue allí cuando recordé que la papelería se llamaba “Gran Oriente” y no “Gran Orinoco”.

Gracias a esa filosofía mexicana he podido continuar mi recorrido vivencial en esta maravillosa tierra. Sólo espero no fastidiar esa maravillosa paciencia que me ha llevado a conocer las tradiciones y cultura de esta parte de Latinoamérica.

Seguiré fastidian…..uy perdón, seguiré informando.

Fuente: mirsanas.wordpress.com

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