Inmigrantes: seis consejos para afrontar el dolor y las dificultades del desarraigo

Afrontar el dolor

Dejar el país de origen y emigrar necesita un proceso de adaptación: hay que estar atentos a las «señales» de malestar del propio cuerpo.

  1. Antes de viajar, dedicar un tiempo para explicitar lo que nos esperamos: ¿Cuál es el objetivo que estoy persiguiendo? ¿Cómo imagino el viaje y los primeros días en el nuevo lugar? ¿Qué dificultades podría encontrar? ¿Qué me hace ilusión? ¿Qué se esperan mi familia y mis amigos, las personas más importantes para mí?

Si logramos ponerlo por escrito o registrarlo con un video o una grabación de voz, en otro momento puede sernos muy útil.

  1. Una vez llegados al nuevo país, dado que adaptarse a una nueva cultura implica una sobrecarga y un esfuerzo extra, es muy importante cuidarnos y atender nuestras necesidades básicas como el comer y dormir bien, además de estar atentos a las señales que nos manda nuestro cuerpo.

Hay que darle tiempo para que el cuerpo logre aclimatarse a un ambiente distinto, sobre todo si encontramos un clima y unas condiciones geográficas muy diferentes al nuestro.

  1. De igual forma, hay que darle tiempo a nuestro corazón y a nuestro espíritu para que pueda despedirse de lo que dejó y al mismo tiempo aclimatarse a la nueva realidad. Las sensaciones iniciales de desorientación, tristeza, miedo o enojo son completamente normales y, a medida que nos vayamos adaptando al nuevo ambiente, se irán modificando.
  2.  Sin embargo, si alguno de los indicadores del “choque cultural” resultara una interferencia importante en nuestra vida cotidiana o persistiera durante mucho tiempo, es muy importante buscar ayuda profesional.

5.- La migración suele ponernos a dura prueba y transformarnos, por lo que resulta necesario darse un tiempo para elaborar y “digerir” esta experiencia, estableciendo las diferencias entre el antes y el después y colocando las cosas en una perspectiva más amplia.

6.- Por otra parte, un aspecto que suele facilitar la adaptación es el cultivar nuevas amistades y, poco a poco, ir construyendo una red social en el país de acogida. Puede ser útil investigar si hay asociaciones o puntos de encuentro de compatriotas o centros interculturales: el intercambiar y compartir experiencias con los demás puede convertirse en un recurso precioso.

7. Asimismo, resulta útil informarse sobre los recursos que ofrece el nuevo país y ponerse en contacto con las instituciones y organizaciones que puedan ayudarnos a satisfacer nuestras necesidades en los diferentes ámbitos de nuestra vida: laboral, social, familiar, personal, espiritual, etc.

Por: Ana Sofía Ibarra Castro

Fuente: Aleteia

Imagen: web

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