Errores del emigrante venezolano moderno

Es un asunto que flota en el pensamiento colectivo venezolano. Lo quieras o no, lo puedas hacer o no, siempre estará presente. Es básicamente una opción alternativa a todo lo que estés haciendo ahora con tu vida: puedes graduarte del bachillerato, cambiar de carrera, cambiar de universidad, renunciar a tu trabajo, puedes suicidarte y puedes emigrar.

Luego de que yo tomé mi decisión -y no me pregunten por qué, ya que en realidad no estoy enteramente convencido de haber emigrado por la delincuencia, la economía, o la locura de vivir siempre en un clima de guerra- me vino la idea de hacer un magno resumen para todos aquellos que andan en ese dilema de The Clash: Should I Stay or Should I Go.

Yo me fui, sin ningún rencor, ni posición ideológica extraña. Yo me fui por una mezcla de factores mundanos -en los cuales se incluye toda la catástrofe de país que tenemos en relación a la seguridad personal- y, por otra parte, de factores psico-filosóficos –vive la vida y su combo de patrañas-. Yo me fui, y con todo los problemas, no estoy convencido de que sea una mala decisión.

Ahora tú estás pensando en emigrar y vienes en busca de consejos. Es básicamente así: esto es probablemente lo más difícil que vas a hacer en tu vida.  Una carga emocional inimaginable que va mucho, muchísimo, más allá de “extraño comer pirulines” (aunque, la verdad sea dicha, extraño comer pirulines).

Siempre pensé que esos venezolanos en el exterior que se volvían gastronómicamente nacionalistas eran en demasía ridículos y que además, eso no me pasaría a mi. Voy a enumerar los errores de concepción que tenía sobre lo que significaba emigrar y lo que descubrí cuando de hecho lo hice. Les presento lo que tengo de sabiduría obtenida con el método antiguo del ensayo y error. Esto va para largo y es para leer con tiempo y calma. Disfruten.

Cosas erradas que tiendes a pensar antes de irte

Para esta primera entrega te describiremos el primer error que el futuro emigrante tiene.

Error Nº1: nada, nunca, es tan simple como parece

Extrañar un perro caliente no significa que si te mandan un perro caliente por MRW estarías feliz. Extrañar va mucho más allá. Estamos hablando de la posibilidad que tenías antes para comer un perro caliente -aunque no lo hicieras muy a menudo- cuando te diera la gana.

Ahora, a un océano de distancia, incluso si consigues un puesto de perrocalientes callejero con condiciones de higiene tan precarias que emulen a la patria, no es lo mismo. No es lo mismo decirle “con todo” al perrero, no es lo mismo actuar como un beisbolista multimillonario haciéndose el güevón en una cuña de malta Regional para darle una imagen de popular -y por popular me refiero a populista– a la marca. Sí claro, Johan Santana, todos sabemos que comes perros en un pueblito del interior y eres panita de los obreros y guachimanes.

Error Nº2: nunca “cambiar de estilo de vida”, se refiere a las cosas que tú pensaste y, de igual manera, es más difícil en la práctica que en la teoría.

Antes de irme, una de las cosas que sabía a ciencia cierta, quizás la única sobre la cual tenía certeza, era que mi estilo de vida iba a cambiar radicalmente. Asumía esto con una especie de extrañeza y entusiasmo, principalmente extrañeza adolescente de “qué loco, ¿no?” en lugar de lo que debería ser: todo lo que hacías, todo lo que odiabas, todo lo que amabas, todo eso murió.

Voy a tratar de explicártelo como a mí me habría gustado que me lo explicaran: Es obvio que vas a pelar bola, pero simplemente no de las maneras más obvias. Ya asumiste que probablemente vayas a tener que trabajar, y no te importa, teóricamente. Ya asumiste que vas a rebajar tu calidad de vida. Pero es bien distinto sentirlo.

Voy a darte un ejemplo basado en mi experiencia: cuando me mudé a mi propio cuchitril, no tenía vasos, solo dos tazas. ¿Has tomado agua en tazas?, te hace pensar. ¿Adivina dónde está la salsa rosada que hice la semana pasada?, en una taza. Y no, amigo, la solución no es ¨compra vasos y recipientes¨, te repito el error Nº1: nada, nunca, es tan simple como parece.

Los primeros días, por ejemplo, me tenía que peinar viendo mi reflejo en el microondas, pues no tenía espejo. ¿Te has peinado en un microondas?, yo nunca lo había hecho y no llegué a pensar que lo haría.

No es que te moleste físicamente realizar estas acciones, todos podemos caer en piloto automático y hacerlas y ya. Lo que molesta es después, al momento de reflexionar sobre lo que eras y lo que eres, y sobre la pregunta que a mi como emigrante me aterra más: ¿Valió la pena? ¿Vine de tan lejos para acabar peinándome en un microondas? ¿De qué manera es esto mejor?.

Y no es un reclamo sifrino sobre querer beber del Santo Grial, es algo que te va a hacer sentir físicamente como ha cambiado tu vida. Eso por no hablar de las demás cosas más importantes (como vivir en un sitio que está simplemente… inclinado) hasta ahora me he concentrado en las cosas pequeñas.

¿Sabes qué me rompe las pelotas cuando estoy reflexivo?, darme cuenta de que estoy viviendo en un apartamento que con cocina, baño, y cuarto, es del tamaño de la mitad de mi sala en Valencia.

¿Sabes qué es más jodido?, el eco persistente de una voz que dice, “sin embargo, es mejor”. Cabe destacar, nunca estoy realmente convencido de que esto sea mejor que cualquier cosa.  Es básicamente sacrificar tu calidad de vida por una garantía de vida.

Error Nº3: ahora puedes mandar todo a la v…

Uno de los más grandísimos errores. Yo nunca pensé de esa forma, pero es completamente entendible que alguien lo haga. Hoy en día, soy más que nunca dependiente del Gobierno venezolano, de mis amigos, de las instituciones a las que pertenecí, y de cualquier cosa que formara parte de mi pasado.

Comienzas a entender que todo aquello de tu pasado es lo que te conforma como persona. Al final del día, somos simplemente un cúmulo de experiencias y recuerdos. Es imposible desligarse de nada, y esto no es en lo absoluto un ¨final¨, esto es el principio.

Si crees que la vida está compuesta por capítulos perfectamente ordenados, estás mal. Tu pasado se va a mezclar con tu presente más que nunca. Vas a pensar literalmente en todas las personas que tuvieron una influencia en ti, sea positiva o negativa, quizás las aprecies más.

Hazlo con calma, vete, y si aprovechaste tu experiencia en el exterior, probablemente comiences a comprender mejor las cosas. No caigas en el infantilismo de una novia resentida y comiences a hablar paja de lo que odias, simplemente vete y reflexiona.

Esto va especialmente para los que van a terminar bachillerato y piensan que de alguna manera eso es la conclusión de algo. Noticia: los finales son siempre más decepcionantes de lo que te imaginas.

No hay ninguna conclusión definitiva, graduarte no te separa del colegio ni de lo que eras. Incluso, se podría decir que graduarse es el principio, una muestra de esto es que, quizás, luego de graduarte comiences a hablar con personas con las que no solías hablar mucho en el colegio -probablemente, es porque cada quien andaba en lo suyo- simplemente porque comparten esa relación de pasado, y aunque no lo creas, todos esas bestias que consideras imbéciles intrascendentes de tu pasado, son parte de ti, son parte de tu presente.

Sé que suena bastante incoherente, otra vaina: prepárate a sentir cosas incoherentes. Y probablemente te sientas ahora, en otra latitud, más promo que nunca.

Error Nº4: “explorar nuevas facetas” es siempre positivo

Esta es una de las pocas cosas buenas que todo el que emigra tiene claro antes de irse y también puede ser uno de los errores, según el caso. Es una especie de ¨me vaya bien, me vaya mal, pase lo que pase, podré hacer/ser otra/s cosas¨.

Parte de este principio y, no te equivoques como yo lo hice en mi ingenuidad: eres lo que que eres y tu ubicación geográfica no lo va a cambiar. Naturalmente, puedes intentar ver que tal es tu “Mauricio positivo, despreocupado y habilidoso socialmente”. Ya comprobé de nuevo que la sangre nos llama y que la vena separatista es más fuerte que cualquier convención social.

Pero es básicamente así: para cumplir la parte de “vamos a ver qué pasa si actúo distinto esta vez”, vas a tener que meterte muchas de tus opiniones por el c…, mientras al mismo tiempo asientes enérgicamente con una sonrisa en la cara.

Por ejemplo, el Mauricio positivo jamás diría que le parece estupidísima la idea de ir al cine a las 12 de la noche, en un arrebato adolescente sin sentido justamente para probar lo contrario –no somos adolescentes y somos gente grande que sale del cine a las 2:00 a.m. (?)– además, diría que la persona que promovió esa idea -la tonta de Inés- es un ser patético y miserable, que debería dejar de ahogar sus inseguridades personales mediante los comportamientos grupales que le ayudan a ignorar su realidad y a, quizás, intentar demostrarse a sí misma que es importante para la vida de alguien en este mundo.

Inés, ya deja de mandarme SMS todos los días diciendo que si queremos “cenar en familia”, que vayamos a X o Y parte, tenemos poco más de dos meses conociéndonos. Mi familia está en el otro lado del océano y es compuesta por gente loca que con todo y sus dramas mundanos son mucho más reales que tú y tu falsa simpatía.

Por: Mauricio Gomes Porras

Fuente: Painkiller

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