En 26 años en Australia aprendí

  • Que Australia está entre los mejores países del mundo para establecer una familia – preferiblemente con niños -.
  • Que en Australia muchos inmigrantes descubrirán – por primera vez en sus vidas – el verdadero significado de la expresión “vivir en democracia” y entonces se darán cuenta que lo que a ellos les vendieron como democracia no era realmente tal cosa.
  • Que en Australia es tan respetada la señora que una vez o dos por semana viene a limpiar las oficinas, como el gerente de ventas o cualquier gerente por caso (además, ella vendrá seguramente en su propio coche, no en transporte público).
  • Que en Australia no es vergüenza trabajar en un oficio – ellos pueden ganar tanto dinero como muchos profesionales y son igualmente respetados – pero sí es una vergüenza no trabajar y vivir explotando todos los beneficios sociales que el Gobierno pone al alcance de muchos.
  • Que cualquier inmigrante puede, en pocos años, alcanzar los mismos standards de vida (o aún mejores) que cualquier australiano por nacimiento.
  • Que el nivel y velocidad de avance de un inmigrante en Australia depende solo de su capacidad personal, su actitud general y su disposición para integrarse a la sociedad; no tiene sentido culpar a la discriminación o racismo, por sus fracasos personales, ya que tal cosa no es en absoluto un real problema en la sociedad australiana.
  • Que nuestros hijos gozaran del privilegio de poder elegir su futuro, determinar sus propias prioridades y hacer de su vida lo que ellos quieran y no lo que algún dictador de turno les imponga.
  • Que uno de los beneficios más grandes de los que gozarán de inmediato al llegar a Australia, principalmente los inmigrantes de países latinoamericanos, es que sus vidas dejarán de inmediato de estar amenazadas y que podrán moverse en la totalidad de Australia sin ningún temor, viajar en transporte público, usar su laptop en el tren camino a su trabajo, portar cámaras de cualquier tipo colgadas de su cuello, podrá usar su anillo de casamiento sin temor a que le corten el dedo, o todas las alhajas que su marido tenga el coraje de comprarle y dormir sin rejas en las ventanas de su casa.
  • Así, habiendo avanzado en nuestras vidas como inmigrantes y viendo a nuestros hijos crecer y desarrollarse en un país en pleno ejercicio de la democracia más pura, podemos entonces dar un paso al costado, dejar el mundo para los mas jóvenes, babearnos con nuestros nietos y disfrutar de un retiro (jubilación) digno y con la certidumbre de que aún sin trabajar estaremos totalmente cubiertos por un sistema social justo y eficiente como en pocos países del mundo.

Por: Manolito.

 

Fuente: http://venezaau.blogspot.com/

Imagen: web

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