Cosas rudas que vive el emigrante venezolano moderno

Cosas rudas:

Si algo tiene la decisión de emigrar y el hacerlo, es la cantidad de cosas rudas que vives y que te pasan por la cabeza. Algunas de ellas te las enumero.

Juntar tu pasado con tu presente

Es indescriptible la sensación de extrañeza que me da meterme en Facebook y ver una noticia sobre Juan al lado de una sobre João. En muchos sentidos, te sientes como si llevaras una doble vida, como si estuvieras dividido en dos mitades irreconciliables, como si fueras un doble espía.

¿Consejo?: No me lo pidas a mi porque todavía no sé lidiar con esto. Simplemente trato de entenderme como un todo, no como un Mauricio el año pasado, Mauricio ahora. Pero igual es jodido, no había pensado en esto antes de irme, es algo que todos deberían considerar y ya.

No terminar de acostumbrarte

Por más que digas que tienes una cultura más europea que venezolana -mi caso-, no es así -mi caso, también-. Estás terriblemente predestinado a golpearte con una pared para darte cuenta de que dentro de tu corazón yace un terrateniente del gran Apure, aunque no estés completamente seguro de haber estado siquiera en Apure alguna vez.

Esto también tiene su lado positivo, básicamente ganas muchísimo en autoconocimiento, lo jodido es que obviamente tienes este terrible sentimiento de estar fuera de lugar todo el tiempo. Pero ojo, ten cuidado de no acabar como un chino de esos de mierda que no saludan nunca. Hay gente buena, generalizar es un poco malo.

Pequeños rituales

Vas a tener que dejar de hacer muchas cosas que hacías, a veces, incluso, sin notarlo, y que te daban placer o satisfacción. O simplemente cambiar ciertos hábitos por comodidad.

Por ejemplo, una de las vainas que me gustaba hacer cuando andaba concentrado en algo era ir del cuarto a la cocina, con un vaso pequeño y compulsivamente tomar agua una y otra vez. Quizás para distraerme de alguna manera, pero realmente llegué a alcanzar tales niveles de mecanización que algunas veces no sabía cómo había llegado hasta la cocina, solo que estaba ahí tomando agua.

Otro ritual que tenía era comer espaguetis crudos directos del empaque mientras trabajaba en algo. Otro era ocasionalmente levantarme temprano los sábados y conseguirme con la sorpresa de un juego del Manchester en Fox Sports. Otro era comer galletas con jugo de naranja en la tarde-noche.

Mariqueras pues, estoy consciente de eso. Cosas demasiado pequeñas como para que te importen teniendo otras más importantes en las que deberías concentrarte (por ejemplo, graduarte de algo). Pero igual te importan, y es triste que hayas dejado de hacer tus pequeños rituales completa o parcialmente.

Por: Mauricio Gomes Porras
Fuente: Painkiller

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